La Alhambra ha restituido su propia historia con la reapertura ayer del Patio de los Leones, el más emblemático del monumento nazarí, que, después de diez años, es de nuevo accesible al público y vuelve a fluir agua, recuperando la imagen del 'jardín feliz' que el sultán Muhammad V concibió en el siglo XIV pero con tecnología y materiales del siglo XXI que permitirán preservarlo para el futuro.
El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, ha asistido a la reapertura acompañado de, entre otros, el consejero de Cultura y Deporte, Luciano Alonso, la directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, María del Mar Villafranca, el alcalde de Granada, José Torres Hurtado o el rector de la Universidad, Francisco González Lodeiro. "Sobrecogido por el escenario", Griñán ha resaltado y alabado el trabajo del centenar de especialistas que han participado en la rehabilitación del patio, y ha considerado que la intervención integral en este histórico enclave permitirá "ver y escuchar lo que se escuchaba".
"No sólo hemos restaurado el Patio, hemos recuperado una parte sustancial de la historia", ha indicado el presidente de la Junta, que ha tenido un reconocimiento especial a la labor que llevó a cabo el arquitecto y restaurador Leopoldo Torres Balbás.
Para el jefe del Ejecutivo andaluz, la Alhambra es "un referente internacional", el monumento histórico "más importante de España y también de Europa", y un ejemplo de cómo Andalucía protege su patrimonio histórico.
La intervención integral en el Patio de los Leones, que desde este viernes recupera su imagen histórica con una solería de mármol blanco de Macael (Almería), comenzó en 2002 con la retirada del León 'número 4', la primera de las doce esculturas en ser restaurada.
Después, en 2007, se retiraron del Patio el resto de los leones para someterse a un largo proceso de restauración, realizado en los talleres del Patronato de la Alhambra y Generalife, para eliminar las gruesas costras calcáreas, detener la invasión de elementos biológicos, consolidar roturas de diverso origen, y retirar elementos metálicos y adherencias muy perjudiciales como el cemento. La taza, debido a sus grandes dimensiones, tuvo que ser restaurada in situ en un taller temporal instalado en el propio Patio.
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