LUCHA. Las imágenes muestran la espectacularidad de la épica contienda - Reuters

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La espectacular lucha entre caballos y hombres volvió a atraer ayer la mirada curiosa de más de 10.000 personas que se dieron cita en la localidad pontevedresa de Sabucedo, en el municipio de A Estrada, para asistir a la popular fiesta de la 'Rapa das Bestas'.

La 'Rapa', declarada de Interés Turístico Internacional, comenzó el sábado al alba con la tradicional misa en honor a San Lorenzo, patrón del lugar, donde los vecinos pidieron al santo protección durante la celebración de la fiesta.
A las 7 horas, tras la ceremonia religiosa, las cuadrillas formadas por hombres y mujeres, comenzaron el ascenso hacia el monte en busca de las manadas de equinos que viven en libertad.

Tras horas de intenso trabajo para tratar de reunir el mayor número posible de caballos, los vecinos hicieron su entrada en el pueblo seguidos de más de seiscientos ejemplares que fueron conducidos hasta un recinto situado en el 'Campo do medio'.

Luego, alrededor de doscientas cabezas fueron guiadas hasta el "curro", un recinto cerrado donde los "aloitadores" luchan cuerpo a cuerpo con los caballos para cortar sus crines, desparasitarlos, y marcar a los ejemplares más jóvenes si fuera necesario.

Ayer, poco antes del mediodía, los graderíos instalados alrededor del 'curro' ya estaban llenos hasta la bandera y los asistentes aguardaban la llegada de los caballos bajo el sol para asistir a la segunda rapa, la más popular y concurrida.
A las doce, los animales fueron entrando poco a poco en el curro, bajo la atenta mirada de los visitantes, y aguardaron, revoltosos, la llegada de los 'aloitadores', para librar su épica contienda.

Ellos son los auténticos protagonistas de la 'rapa', hombres bravos y valientes que saltan al ruedo con el orgullo del guerrero, pero desprovistos de toda arma, con la sola ayuda de su fuerza para enfrentarse al animal que cuidan y admiran.

En el foso, los equinos mostraban su bravura irguiéndose sobre sus patas traseras y abriendo la boca en actitud amenazante, mientras los espectadores jaleaban a los más de veinte 'aloitadores' que accedieron al curro para separar primero a los potros de los adultos. Una vez retiradas las crías, llegó la hora de la verdad, el turno del 'aloitador', que, con su experiencia y habilidad, logra encaramarse al lomo del animal y reducirlo para cortar sus crines entre vítores y aplausos.
Michel Touriño es uno de ellos. Comenzó a participar en la rapa cuando tenía 9 años, poco después de hacer la primera comunión, y lleva ya treinta años saltando al 'curro'. Él considera que la rapa es un acto de amistad y compañerismo, ya que los 'aloitadores' forman una piña para reducir al caballo.