Refugiados libaneses. | Reuters - WAEL HAMZEH

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Tras el anuncio del alto el fuego, cientos de miles de personas regresan a sus hogares en el sur de Líbano, encontrando una destrucción significativa. Shady Ramadan, jefe de la subdelegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Tiro, afirma que la vida vuelve lentamente a las ciudades y pueblos, pero muchos residentes se encuentran con sus viviendas gravemente dañadas o destruidas.

En Tiro, una ciudad costera de 50.000 habitantes conocida por su pasado milenario, turismo y sitios arqueológicos, las calles antes desiertas durante las hostilidades ahora se llenan nuevamente de gente y automóviles. Sin embargo, detrás de esta aparente normalidad, numerosos residentes que huyeron de los combates no tienen un hogar al que volver. Incluso aquellos afortunados de tener un techo carecen de servicios básicos como agua y electricidad. Kifah Awad, madre de tres hijos, relata: «Mi casa está dañada e inhabitable. Quiero regresar aquí, pero nos falta electricidad, agua y artículos de primera necesidad. Parece como si la casa, antes completamente amueblada, ahora no tuviera nada».

Además de la destrucción, otro grave peligro acecha a los habitantes: las armas sin detonar. Muchos revisan los escombros buscando rescatar sus pertenencias, sin percatarse de las amenazas. Lee Hughes, especialista del CICR en contaminación de armas, advierte sobre la necesidad de brindar orientación y crear conciencia sobre los riesgos, especialmente ante el hallazgo de grandes bombas sin explotar que plantean serias amenazas para la vida.

Necesidades humanitarias inmensas

A pesar del cese de las hostilidades, las necesidades humanitarias de la población libanesa siguen siendo enormes. Numerosas personas lo han perdido todo y se esfuerzan por reconstruir sus vidas desde cero. El CICR realiza todos los esfuerzos posibles para abordar estas carencias, ya sea rehabilitando infraestructuras o apoyando los medios de subsistencia de quienes han perdido sus fuentes de ingresos, según explica Shady Ramadan.

La devastación dejada por la guerra no solo se mide en términos materiales, sino también en el impacto psicológico y emocional sobre la población. Familias enteras han sido desplazadas, perdiendo sus hogares, pertenencias y medios de vida. La reconstrucción no solo implica levantar nuevamente las viviendas y edificios, sino también sanar las heridas invisibles y restaurar la esperanza en un futuro mejor.

En este contexto, la labor de organizaciones humanitarias del ámbito internacional como el CICR resulta crucial para brindar asistencia y acompañamiento a las comunidades afectadas. Además de cubrir las necesidades básicas inmediatas, como alimentos, agua y atención médica, también se requiere un apoyo a largo plazo para la recuperación económica y social de la región.

Tiro, joya del Mediterráneo con un pasado milenario

Tiro, ubicada en la costa sur de Líbano, es una ciudad con una rica historia que se remonta a más de 2.000 años. Fundada por los fenicios, fue un importante centro comercial y cultural en la antigüedad. Sus ruinas arqueológicas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, atraen a visitantes de todo el mundo.

Entre los sitios más destacados se encuentran el Hipódromo, el mayor de la antigüedad después del Circo Máximo de Roma, y los baños termales romanos. La ciudad también alberga un antiguo puerto fenicio y una necrópolis con tumbas de más de 3.000 años de antigüedad. Antes de las recientes hostilidades, Tiro era un popular destino turístico, conocido por sus playas, restaurantes de mariscos y ambiente vibrante. La ciudad se esfuerza ahora por recuperar su esplendor y volver a ser ese lugar acogedor para locales y visitantes.

Después del alto el fuego, la vida está regresando lentamente a las ciudades y pueblos del sur de Líbano. En este contexto plagado de retos y dificultades, el CICR está realizando todos los esfuerzos posibles para abordar las necesidades humanitarias de la población libanesa. Esto incluye rehabilitar infraestructuras dañadas, brindar asistencia básica como alimentos y agua, y apoyar los medios de subsistencia de quienes han perdido sus fuentes de ingresos. También están creando conciencia sobre los peligros latentes y cotidianos de las armas sin detonar.