El acusado esgrime que a los 9 años sufrió un asalto sexual en un hospital y que a los 13 tuvo otro episodio traumático, al supuestamente presenciar una violación múltiple, pero su hermana, que ya se había casado, declaró que no supo nada de eso. «Ni siquiera supe (entonces) que había estado en el hospital, porque cuando te casas cada uno hace su vida. Yo no estaba alli para vigilar qué hacía», indicó la mujer, ya de 84 años, sobre unos supuestos hechos sobre los que se basa parte de la estrategia de la defensa.
En todo caso, añadió que no observó cambios en la personalidad de su hermano pequeño. Ginette Pélicot sí recalcó que su padrastro y padre de Dominique «era bastante violento, celoso, y las madres estaban completamente enamoradas de ese hombre». Explicó que tanto ella como su hermano tuvieron «problemas para casarse» debido a la oposición del padre y que ella se casó pronto para escapar del hogar. También aseguró que se enteró «por la prensa» de la detención de su hermano en noviembre de 2020 , que no dejó que le visitara en la cárcel y que ya no tiene contacto con él. «No estoy de acuerdo en absoluto con lo que hizo, pero es mi hermano», dijo.
El testimonio de la anciana puso fin a la jornada de este lunes en el tribunal de Aviñón donde se juzga a Dominique Pélicot por haber drogado a su mujer durante años para que la violaran otros hombres y a los 51 individuos que pudieron ser identificados por los vídeos grabados por el principal acusado. Los hechos tuvieron lugar entre 2011 y 2020 en Mazan (sureste de Francia) y también incluyen grabaciones a una de las hijas y a otras mujeres de la familia. La mayor parte de la jornada estuvo dedicada al testimonio de varios psiquiatras y psicólogos que explicaron al tribunal sus puntos de vista profesionales tras examinar a Pélicot.
La psicóloga Annabelle Montagne explicó que el principal acusado es un egocéntrico narcisista que tenía un deseo irrefrenable de cumplir sus fantasías sexuales, pero recalcó que no presentaba problemas mentales ni tenía patologías mentales que le impidieran discernir lo bueno de lo malo. El psiquiatra Paul Bensussan explicó por su parte que Pélicot «no tiene límites morales» y que se trata de un caso de varias parafilias, especialmente de voyeurismo, y aclaró que este caso «no es un juego de dominación-sumisión, porque no hay consentimiento» de una de las partes. También destacó «la frialdad notable, la ausencia de empatía», así como la «cosificación» de Pélicot hacia su ya exmujer, puesto que el divorcio fue oficializado a finales del mes pasado.
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A la celda con las serpientes y lo último que vio el voyeur sería de lenta muerte