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"Netanyahu nos impide avanzar hacia una verdadera victoria". Esta frase del opositor Benny Gantz durante su dimisión como ministro del Gabinete de Guerra resume como la ofensiva de Israel en Gaza se ha vuelto en contra del primer ministro israelí. La guerra, que se había convertido en una oportunidad para Netanyahu de recuperar apoyo político y popular, puede ser ahora el desencadenante del final de su mandato. Con su salida del Gobierno llegarían las causas judiciales que tiene abiertas y por las que antes de la guerra se habían producido las mayores manifestaciones antigubernamentales de la historia de Israel. Y, también, podrían llegar nuevas causas como consecuencia de los fallos de seguridad durante el atentado de Hamás del pasado 7 de octubre. La guerra le permite desplazar sus problemas hacia el futuro. Por lo menos hasta que sus socios de ultraderecha lo decidan.

La dimisión el pasado domingo de Gantz, que había aceptado participar en el Gabinete de guerra como "forma de patriotismo", ha provocado un terremoto político. A la presión popular de las familias de rehenes que piden un alto el fuego se suma la petición de nuevas elecciones por parte de Gantz. A su vez, los socios de ultraderecha del Ejecutivo israelí amenazan con salir del Gobierno si Netanyahu no continúa con la guerra. Además, en el exterior el mandatario está cada vez más solo y son pocos los países los que se atreven a justificar sin 'peros' una guerra que ya ha dejado más de 37.000 muertos.

"La idea era cerrar filas detrás de Netanyahu pero después de ocho meses de guerra eso se está desmoronando", explica a 20minutos Natàlia Queralt, analista de El Orden Mundial. "Netanyahu está quedando bastante desautorizado como primer ministro. Para Estados Unidos es el interlocutor de Israel, pero ya no tiene el mismo poder que entonces. Está debilitado por los miembros de su propia coalición de Gobierno y a nivel social por las familias de los rehenes, que están enfadadas y esto le va a pasar factura de forma electoral".

Una frágil coalición

Que Netanyahu estaba recibiendo presiones del ala ultraderechista de la coalición de Gobieno israelí era algo que se había visto desde el inicio de la ofensiva sobre Gaza. Los miembros de estos partidos que conforman el Ejecutivo no tenían derecho a voto en el Gabinete de Guerra, pero sus peticiones públicas y amenazas tenían impacto en las decisiones del mandatario israelí. La dimisión de Gantz provocó que el ministro de Seguridad Nacional, el colono y ultraderechista Itamar Ben Gvir, pidiera asumir ese derecho a voto que sí tenía Gantz. Por otro lado, el socio ultraderechista de la coalición, Bezalel Smotrich, criticó la marcha del opositor. Ambos ha insistido en que harían caer al Gobierno si Netanyahu aceptaba el plan de alto el fuego de EEUU si este significaba la retirada de las tropas de Gaza, dejando más patente que nunca la influencia de estos partidos.

Incluso su mayor aliado, Estados Unidos, se ha mostrado crítico con Netanyahu por este motivo. La semana pasada el presidente estadounidense, Joe Biden, dejó caer en una entrevista con la revista Time que el primer ministro israelí está prolongando la guerra en Gaza por motivos políticos y para mantenerse en el poder. "Existen todas las razones para que la gente saque esa conclusión", afirmó tras ser preguntado sobre si creía que Netanyahu estaba prolongando el conflicto por razones de cálculo político personal.

El pretexto de la guerra le ha ido muy bien a Netanyahu para que los partidos de su coalición cierren filas y ser él la cabeza visible, pero la marcha de Gantz evidencia las divisiones internas y que las decisiones en trono a la guerra también pueden ser criticadas, asegura Queralt. "La guerra ha debilitado su imagen y está fortaleciendo la de los políticos de ultraderecha, porque sus votantes lo que quieren es recuperar lo que llaman tierras de Judea y Samaria, construir colonias en Gaza y expulsar a la población palestina de sus tierras, entre otras cosas", agrega.

Presión en las calles y la sombra de la justicia

Desde hace meses, cada sábado miles de personas se concentran en dos manifestaciones simultaneas en Tel Aviv: una de críticos con Netanyahu que le piden elecciones anticipadas por su gestión de la guerra y otra de familiares de rehenes y desaparecidos que piden un acuerdo para que puedan volver a casa. "Lo estamos perdiendo todo, las cosechas se están quemando, el turismo está colapsando, las pequeñas empresas que aún funcionan están quebrando y, lo peor de todo, nuestras comunidades se están derrumbando", ha reconocido el activista prodemocracia Reut Forstner Avraham, uno de los oradores en la protesta antigubernamental, según recoge EFE.

"No sé si los israelíes esperaban una guerra que durara tanto tiempo", dice la analista de El Orden Mundial, que agrega que, aunque el número de muertos y de víctimas es mucho más alto en Gaza, las muertes de soldados israelíes también acaba generando una presión social sobre Netanyahu. La presión para que se convoquen nuevas elecciones aumenta, aunque por el momento Netanyahu sigue tenido mayoría en el Parlamento, por lo que dependerá de sus socios.

Su salida del poder podría reactivar las tres causas abiertas que tiene por fraude, cohecho y abuso de confianza. En marzo de 2023 el Parlamento israelí aprobó una ley que blindaba a Netanyahu de la posibilidad de ser recusado o declarado no apto para ejercer las funciones propias de su cargo por las causas en las que estaba siendo investigado. La legislación impide explícitamente que el Supremo ordene a un primer ministro que tome un "permiso de ausencia" para evitar que la corte pueda obligar a dimitir a Netanyahu por conflicto de intereses.

El auge del sionismo religioso, de las fuerzas ortodoxas religiosas y ultranacionalistas y el aumento de la violencia es cada vez más patente, como se pudo observar en el Día de las Banderas en Jerusalén. "La radicalización de Israel es evidente y, en unas futuras elecciones, habrá un un voto mucho más conservador, pero también más ultrareligioso y ultranacionalista", sentencia Queralt.