El Ministerio azerbaiyano de Defensa confirmó en su primer boletín matutino que «las actividades antiterroristas» del Ejército en la región de Karabaj para desarmar a las unidades armadas y lograr la disolución del «régimen ilegal» instalado en el enclave separatista «continúan con éxito». Según Bakú, las unidades azerbaiyanas destruyeron posiciones de combate, vehículos militares, artillería y lanzaderas de misiles antiaéreas, estaciones radioelectrónicas y otros equipamientos militares de las formaciones de las Fuerzas Armadas armenias.
El Ministerio armenio de Defensa ha negado que tuviera unidades armadas en Nagorno Karabaj, distanciándose así de las tropas karabajíes. La operación azerbaiyana ha causado hasta el momento al menos 27 muertos en el bando karabají, entre ellos siete civiles, y al menos 35 heridos, según informó Guegam Stepanián, Defensor del Pueblo de la autoproclamada república, en su cuenta de la red social X (antiguo Twitter). La Fiscalía General de Azerbaiyán informó a su vez de dos hombres fallecidos por bombardeos del lado karabají.
La Oficina del Defensor del Pueblo de Nagorno Karabaj denunció que Azerbaiyán había destruido la red eléctrica en la región de Martakert (Agdara para Azerbaiyán) y que toda la población del enclave estaba sin energía. También acusó al Ejército azerbaiyano de haber disparado contra una ambulancia que se dirigía desde la capital, Jankendi (Stepanakert para los karabajíes) a una morgue. El portavoz del Ministerio azerbaiyano de Defensa, coronel Anar Eyvazov, negó que las tropas del país bombardeen objetivos civiles. «Declaramos una vez más que, como resultado del fuego de alta precisión, sólo los puestos de tiro, el equipamiento militar y la infraestructura militar (...) quedan inutilizados, a pesar de que las formaciones de las Fuerzas Armadas armenias despliegan equipamiento militar en zonas pobladas o en sus alrededores», dijo. Las autoridades de la autoproclamada república han instado a Bakú a cesar las hostilidades, al igual que la mayor parte de la comunidad internacional, y a sentarse a negociar, pero Azerbaiyán condiciona el fin de la operación a que «los miembros de las formaciones de las Fuerzas Armadas armenias depongan las armas y se rindan».
El ataque de Bakú contra el territorio separatista se produce tras un bloqueo de diez meses al que las autoridades azerbaiyanas sometieron a los karabajíes tras el cierre del corredor de Lachín, la única ruta que unía la región con Armenia. También tiene lugar tres años después de la última guerra por el control del enclave en otoño de 2020, en la que Azerbaiyán recuperó buena parte del territorio y que acabó con un alto el fuego mediado por Rusia, que desplegó fuerzas de paz y que la víspera instó a ambas partes a detener el derramamiento de sangre. Para Armenia la operación azerbaiyana es una «limpieza étnica» y una vía para tratar de lograr el control de las localidades que no consiguió liberar en aquella guerra de 44 días de duración.
A juicio de Rusia, a la que Ereván acusa de pasividad en el conflicto a través de sus fuerzas de paz, el hecho de que Armenia haya reconocido oficialmente en octubre de 2022 y mayo de 2023 en cumbres bajo los auspicios de la Unión Europea (UE) que Nagorno Karabaj pertenece a Azerbaiyán ha cambiado las condiciones básicas en las que se firmó el alto el fuego en noviembre de 2020 y la situación en torno al contingente pacificador.
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