No obstante, la policía ya ha cargado en París, cuando los agentes antidisturbios han lanzado gases lacrimógenos contra una protesta callejera contra la reforma de las pensiones, en la que individuos encapuchados y con máscaras les han arrojado proyectiles. La huelga nacional francesa se ha traducido este jueves en una caída sustancial de la producción eléctrica y la paralización de las entregas de las refinerías operadas por TotalEnergies y Esso.
En todo caso y de cara al futuro, Macron ha prometido actuar con «espíritu de diálogo», pero también con «determinación» y «responsabilidad», por lo que mantiene sobre la mesa una reforma que prevé elevar a los 64 años la edad legal de jubilación y que amplía el periodo de cotización para recibir la pensión máxima, hasta los 43 años.
En este sentido, ha sugerido que cuenta con el aval de las urnas, tanto por las elecciones presidenciales de las que salió vencedor como por la parlamentarias posteriores, en la que los partidos que le apoyan obtuvieron la victoria, pese a no gozar de mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
El Consejo de Ministros francés tiene previsto aprobar la próxima semana el proyecto, pero Macron ha avanzado que todas las partes podrán expresarse y tratar de «enriquecer» el texto en la posterior fase de debate. Sí ha querido enfatizar que «salvar» el sistema pasa por una reforma a fondo, teniendo en cuenta la «solidaridad» intergeneracional y que cada vez hay menos trabajadores en activo para sustentar la creciente masa de pensionistas.
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