Especialistas rusos han encontrado en el fondo del mar de Kara (Océano Glacial Ártico) el reactor nuclear del submarino soviético K-19, conocido popularmente como «Hiroshima» por las numerosas averías que sufrió, según informó el Ministerio para Situaciones de Emergencia.
El contenedor con el reactor fue hallado por el buque científico «Académico Mstislav Keldish» cerca del golfo de Ambrosiev, precisó Yevgueni Lineitsev, jefe de la unidad especial de búsqueda Tsentrospas.
Los expedicionarios, que incluyen también especialistas del Instituto de Oceanografía, han realizado una inspección visual del objeto con la ayuda del batiscafo no tripulado Falkon y tomado muestras de las algas y otra vegetación adherida al contenedor para valorar los niveles de radiación.
La expedición forma parte del programa de búsqueda de objetos radiactivos sepultados en la zona por las autoridades soviéticas durante la Guerra Fría y el análisis de los riesgos de posibles fugas.
El expresidente de la URSS Mijaíl Gorbachov propuso nominar para el premio Nobel de la Paz a la tripulación del K-19, al considerar que salvó al mundo de una catástrofe nuclear y de una eventual guerra atómica.
En su primera misión en julio de 1961 falló el sistema de refrigeración del reactor y la temperatura subió a más de mil grados, con peligro extremo de un cataclismo nuclear que se evitó gracias al sacrificio de los nueve tripulantes que se sometieron a radiaciones sobrehumanas.
Tras la operación de improvisar un circuito refrigerante, solo uno de los héroes sobrevivió, con graves quemaduras, y narró la peripecia en 1991, al desintegrarse el imperio comunista.
El K-19, sobre el que Kathryn Bigelow rodó una película con Harrison Ford como protagonista, fue reparado en lugar de ser desguazado y todavía tuvo otros dos accidentes: una colisión con un submarino norteamericano en 1969 y un incendio en 1972 en el que murieron 28 hombres.
El cementerio radiactivo del mar de Kara acoge, entre otros, el reactor del primer rompehielos atómico, «Lenin», y parte del casco, al igual que el submarino nuclear K-27, conocido popularmente como «Nagasaki» por el escape que sufrió en 1968 y tras el que fue hundido en 1980.
El 95 % de los restos radiactivos se encuentran en el fondo del mar de Kara, donde en 1955 se efectuó el primer ensayo nuclear submarino.
El Ministerio para Situaciones de Emergencia estima en decenas de miles los objetos radiactivos sepultados a varios cientos de metros de profundidad tras los ensayos nucleares realizados en el archipiélago de Nueva Zembla, que acogía un polígono nuclear desde 1954.
Expertos consideran que los objetos más peligrosos deberían ser izados a la superficie en los próximos diez años para evitar la contaminación de la zona.
El mar de Kara acoge un tercio de las reservas de hidrocarburos del Ártico y además es zona de tránsito de la Ruta Marítima del Norte que Rusia quiere promover como alternativa al Canal de Suez.
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