Este extraño suceso se distingue de otros por la falta de evidencias. Lo poco claro del caso es que Jonathan Earp, quien se encontraba ingresado en el hospital por una trombosis pulmonar, salió para fumar un cigarrillo el pasado 7 de julio y nadie lo volvió a ver más, hasta que el día 10 su cuerpo fue encontrado en un inodoro habilitado para personas minusválidas.
La investigación se centra pues en descubrir qué paso entre un momento y el otro, y en saber por qué nadie dio con el hombre, a pesar de que se puso en marcha una búsqueda en el centro.
Los exámenes forenses determinaron además que en su organismo estaban presentes varios tipos de sustancias, no todas recetadas por los médicos, un hecho que causó quejas de los familiares del fallecido, por el acceso que pudieran tener los pacientes a determinados medicamentos.
También lamentaron la falta de control y los fallos de protocolo evidentes en las entradas y salidas de los ingresados, y las escuetas explicaciones ofrecidas por la dirección del centro.
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