El cabello mojado es más susceptible a daños debido a su mayor elasticidad en ese estado, lo que lo hace propenso a la rotura. Además, el frío actúa como vasoconstrictor en el cuero cabelludo, reduciendo la secreción de las glándulas sebáceas y aumentando la sequedad, lo que puede agravar condiciones como la dermatitis o la psoriasis. Por lo tanto, secar el cabello antes de salir no solo protege la fibra capilar, sino también el cuero cabelludo.
Para minimizar el daño por calor al utilizar el secador, es aconsejable eliminar el exceso de humedad con una toalla antes de proceder al secado. Además, se recomienda el uso de protectores térmicos que formen una barrera entre el calor y el cabello, preservando su integridad. Ajustar el secador a una temperatura media y mantener una distancia adecuada también contribuye a reducir el impacto negativo del calor en la fibra capilar.
La hidratación es esencial durante los meses fríos. Aplicar acondicionadores y mascarillas nutritivas ayuda a mantener la humedad del cabello, combatiendo la sequedad y el encrespamiento característicos del invierno. Asimismo, evitar el uso excesivo de herramientas de calor y optar por peinados que no requieran altas temperaturas puede contribuir a mantener la salud capilar.
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