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Parece una solemne nimiedad estando el mundo como está con demasiadas cosas «manga por hombro»: el Apocalipsis de Donald Trump que tiene al mundo en un sinvivir, lo del PP y Junts, que entre otras cosas han frustrado la exigua subida de las pensiones… ponerse ahora a pontificar con un tema tan baladí como la tortilla no parece lo más propio. Sin embargo, la tortilla sigue reclamando con fuerza la atención de chefs y gastrónomos de todo pelaje y simples mortales que consumen tortilla porque la encuentran muy buena. Mientras en el Parlamento se siguen tirando los trastos a la cabeza en una oratoria que para algunos transita huérfana de educación y tóxica por definición. El moderado portavoz del PNV calificó al nada moderado portavoz del PP, señor Tellado, de mal educado: «Me reafirmo en que el señor Tellado es un torpe», dijo.   

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Más contundente fue la diputada del PNV, Idoia Sagastizabal, cuando volviéndose dirigiéndose a Tellado dijo: «Es usted un sinvergüenza». Algunos dirigentes populares creen que Tellado se pasó de frenada, yo me pregunto ¿y cuándo no? Por otra parte, el PP debería de mirarse muy bien a la hora de mantener en la portavocía parlamentaria a semejante personaje que más que beneficiarle le perjudica tanto. A pesar del «chapapote» de la actual política seguimos como si aquí no pasara nada, discutiendo si nos gusta más la tortilla con cebolla o la tortilla sin cebolla. No tiene iguales prerrogativas dubitativas tenerse que decidir por la tortilla simplemente de patata. Eso se lo preguntaron a un payés de la Menorca precolombina y l’amo, dándole un tiento a la boina capona que llevaba puesta, reflexionó para decir «a ese huerto no me vas a llevar tú, porque aún no nos hemos puesto en esa industria de descubrir América. Resulta que no tenemos patatas y la tortilla no puede ser con patatas». Algo más de unos años más tarde la humilde patata le quitó al mundo muchas hambres y fue cuando alguien al que le debemos un monumento se le ocurrió en buena hora echarle patatas fritas a unos huevos batidos; lo de la cebolla vino acto seguido como una añadidura que ha puesto de manifiesto más que ninguna otra cosa las dos Españas. Mientras tanto uno se sigue creyendo que un partido político quiere llegar al poder para arreglar los problemas de la ciudadanía incluidos los pensionistas. Pero la realidad es otra muy diferente: hay partidos que por llegar al poder no tiene ningún cargo de conciencia en empeorar incluso las vidas de los pensionistas.   

Sé que la dicotomía de si la tortilla tiene que llevar cebolla o no tiene que llevar cebolla, es una de esas cuestiones a la que yo no le veo una decisión ni rápida ni clara. Es como la falta de criterio unificado entre el señor Rajoy, don Mariano, y el señor Feijóo, don Alberto, que mientras Rajoy reivindica el consenso de los grandes partidos diciendo que es una necesidad nacional y añadiendo muy en Rajoy que «las decisiones las tiene que tomar aquel que tiene que tomar las decisiones» (así se habla, mire usted), y Feijóo mientras tanto en el mismo acto arremetió contra el presidente del gobierno, normalmente este hombre no suele en esos menesteres ir mucho más allá «del sota, caballo y rey». Fíjense que tengo yo interés en saber a este hombre cómo le gusta más la tortilla, si con cebolla o sin cebolla por más que le veo de la tortilla con guindilla picantona porque él, venga a cuento o no, es muy de clavar al aguijón al presidente del gobierno. Espero que a ninguno de los dos se les ocurra abrir un debate parlamentario para aclarar si al votante le gusta más la tortilla con cebolla o la tortilla sin cebolla porque ahí sí que nos darían las uvas.