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Superado el fin del mundo, se acerca el fin de año. Las predicciones apocalípticas han fallado y parece que entraremos en el 2013, maltrechos y heridos, es cierto, pero entraremos.

En estas fechas la mayoría de los mortales cumple, o lo intenta, con un montón de tradiciones: comer las uvas, llevar alguna prenda interior de color rojo, comer los platos típicos de estas fechas, hacer una fiesta o al menos una cena especial, cantar villancicos, decorar la casa, etc.

Una de las tradiciones más modernas es la de enviar saludos o comentarios más o menos ingeniosos a través del teléfono móvil. Casi nadie se quiere resignar a ser el último mohicano de la era postal, y las felicitaciones navideñas en tarjetas han dado paso a las nuevas tecnologías. Más rápido, más fácil, más económico.

Después de las campanadas las casas se llenan de los tonos de móvil que bombardean los oídos y acaban con muchas conversaciones. Existe una opción en las herramientas de mensajería móvil que ha hecho mucho daño, estamos hablando del "enviar a todos".

Redactamos nuestra frase tipo, o la copiamos de internet, y le damos a la tecla de enviar a todos nuestros contactos. De esta manera llegamos no solo a familiares y amigos sino a cualquier persona que por cualquier motivo haya acabado en nuestra agenda de teléfonos.

Alguno argumentará que existe la opción de enviar a un grupo de amigos de forma selectiva, y tiene razón, pero en la redes se entiende por amigo cualquier contacto de Facebook. De esta forma le podemos mandar una felicitación a aquel compañero del colegio al que hace mil años que no vemos y del que ni siquiera recordamos sus apellidos, o también a alguien que fue amigo pero con el que perdimos el contacto y no hemos vuelto a pensar en él nunca más: "mira que ilusión un mensaje de Albertito, ¿qué habrá sido de él, se habrá casado, tendrá hijos, estará más gordo o más calvo?". Parece que lo importante es la cantidad, cuantos más mensajes reciba uno más éxito social se le supone, pero ¡ay amigo!, si su teléfono no suena el resto de comensales le mirará con pena mientras piensan lo solo que se debe sentir.

No sé cuantos contactos tienen ustedes queridos lectores, yo por mi parte les puedo confesar que de momento no tengo ni Whatsapp, así que creo que estas navidades me felicitarán solo los amigos de verdad, y como el número no es muy alto me sentiré como un auténtico sociópata.

Pero les aseguro que este será mi último año de marginación, les he pedido a los Reyes Magos un teléfono de última generación, y me bajaré una aplicación que se llama: "quiero amigos no emoticonos"