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Es tal el volumen de indicios y pruebas sobre la autoría de los presuntos delitos que el juez José Castro imputa a Jaume Matas que no queda espacio para la duda sobre la gravedad de su actuación. Se esperaba con expectación su declaración, que se cierra con la imposición de una fianza de 3 millones de euros para eludir su ingreso en prisión. Que un ex presidente del Govern sea acusado, con pruebas, de organizar una farsa para lucrarse mediante un desvío de fondos de la obra del velódromo Palma Arena es un buen motivo para que los ciudadanos se sientan enfadados y defraudados. Matas responderá ante la Justicia y afrontará la posible condena de cárcel y esperemos que devuelva el dinero público que se ha llevado, según el auto judicial. La primera responsabilidad de la corrupción siempre es individual y por ese motivo Matas y muchos otros están ante la Justicia. Sin embargo, que la persona corrupta sea un ex presidente del Govern obliga al partido que le auspició, el PP, a responder también ante la opinión pública. Los partidos no sólo han de asumir la responsabilidad de sus listas electorales sino del seguimiento de la gestión de sus cargos. La Justicia llega después de la política y mejor si no es necesaria.