"Para mí, la cocina es un arte, es como si fuera una terapia"

Llegó a Menorca cuando acabó de estudiar, en 1993.
Sí. Tenía un tío viviendo aquí y me dijo que, cuando acabara el instituto, me invitaría a la Isla. Así fue y, cuando llegué, me encantó. He vivido en Inglaterra, Italia y Andorra pero Menorca siempre fue mi hogar. Me gusta la sensación de seguridad y tranquilidad que hay. Parece no existir la prisa y se disfruta de la vida. Creo que no sabría vivir en una gran ciudad.

Trabajó durante ocho años como diseñadora de cocinas hasta este verano. ¿Por qué decidió dejarlo?
Empecé a trabajar en una empresa pero, al poco tiempo, el diseñador se fue. Me prepararon y ocupé su lugar durante ocho años pero, con tres niños, no me salía a cuenta seguir trabajando, por eso decidí dejarlo. Mi intención es volver a trabajar cuando los niños sean más mayores. Mi sueño sería poder montar una cocina y que la gente fuera a probar lo que yo elaborara.

Tiene muy buena mano con la repostería. ¿Cómo se inició en ello?
Empecé con mi abuela cuando tenía diez años. Toda mi base de cocina y repostería es de ella. Para mí es como un arte y una terapia. Me encierro en la cocina y disfruto. La repostería que hago es inglesa, muy hogareña. Tengo una gran biblioteca y soy autodidacta. Lo curioso es que yo no pruebo el dulce porque no me gusta. Lo que cocino lo ofrezco a familia y amigos. Siempre tengo gente en casa.

¿Qué tipo de pasteles elabora?
Es repostería casera y muy artesanal, de la que no se encuentra en una tienda. Lo que más me piden es el brownie, las tartas con cítricos, de zanahoria, de naranja amarga... También hago cupcakes y muffins, que son americanos, de canela, integrales... Hay mucha variedad.

¿Tiene algún plato preferido?
Soy "anti-preferidos". Disfruto de lo más simple, soy muy feliz con lo que tengo. Me encanta cocinar sobre todo carnes y verduras. Mi marido se ocupa de los arroces y los pescados. Mi hija pequeña aún no participa en la cocina pero mis otros dos hijos sí, y solemos hacer galletas y magdalenas.