¿De qué tratará su intervención en Espai Buit?
—Voy a hablar de la meditación generativa. Esta disciplina busca desarrollar cualidades que la mente no tiene o tiene de forma insuficiente. Lo haré en base a una técnica budista llamada Bramavihara que se fundamenta en cuatro cualidades: la bondad amorosa, la compasión, la alegría empática hacia todos los seres y la ecuanimidad: ver y percibir a todos los seres sin excepción por igual. Es decir, no diferenciar entre amigos y enemigos. Son capacidades difíciles de desarrollar pero aptas para personas sin experiencia y para otras ex-pertas que desean profundizar.
¿La meditación potencia la atención en una sociedad influida por las pantallas?
—Hay datos que afirman que somos la sociedad a lo largo de la historia con menor capacidad de atención. Cualquier docente te puede decir que en 20 o 30 años nunca ha tenido más problemas para mantener la atención de los alumnos. Tienes que hacer el pinopuente. La gente está absolutamente espesa. El 95% de mis alumnos son incapaces de no perderse en cinco minutos de respiración. Pueden sacar una carrera con matricula de honor pero no tienen la atención desarrollada para estar cinco minutos atentos contando de uno a diez. Esta es la sociedad que tenemos ahora: hiperestimulada, con redes sociales y viendo los videos a velocidades x2 o x3.
¿Hemos perdido capacidades como la retentiva, la atención...?
—Y el disfrute también. Muchos estudios demuestran que una mente estable y tranquila es una mente mucho más feliz. La segunda o tercer causa de consulta más frecuente es –‘Doctor deme algo para dejar de pensar porque no puedo aguantar estar dándole vueltas a la cabeza todo el rato. Aparece el insomnio y necesito prozac’. No es que los pensamientos sean negativos, son las cosas de cada dia. Uno querría parar eso y no puede.
¿Cuáles son las claves para tolerar, aceptar, empatizar con alguien que consideras malo y sin posibilidad pueda redimir?
—Uno tendría que pensar que a lo mejor nosotros hubiéramos hecho lo mismo en sus mismas circunstancias. La tradición oriental apunta que el ser humano no es malo, sino ignorante. No conoce realmente las causas del sufrimiento. Cuanto peor eres más sufrimiento causarás a los demás pero también a ti mismo. Por otro lado, nosotros vemos una foto fija del verdugo pero eso en otros momentos es diferente. Nosotros mismos habremos sido victimas pero también verdugos dependiendo de la situación y de la persona. La ecuanimidad es aceptar que todos los seres humanos tenemos una chispa divina única que a veces se oscurece por la ignorancia u otras circunstancias.
¿Usamos una parte pequeña de sus capacidades cerebrales?
—Eso se ha dicho siempre. El 10 o el 15%. En el mundo científico hoy, estrictamente, no se tiene esa idea. Tal y como se describe parece que el 90% esté dormido. Lo que es cierto es que no todas las capacidades están desarrolladas y estas se pueden entrenar. Como las capacidades atencionales. Si pudiéramos potenciarlas mucho más nuestras aptitudes serían enormes. Lo mismo pasa con la capacidad física. Puedo estar sano pero si no me entreno no tengo la misma capacidad que un deportista de élite. Las investigaciones intentan discernir hasta donde llegaría un ser humano muy entrenado mentalmente.
¿Qué se podrían potenciar?
—El mindfullness aumenta el rendimiento educativo, en la empresa incrementa las aptitudes y mejora la toma de decisiones. También potencia la creatividad y, por supuesto, la tolerancia al dolor o la memoria. Además de la capacidad de esfuerzo, la empatía y las capacidades de trabajar en equipo. El estrés es mucho menor y alarga la esperanza de vida. De hecho, el estrés es una de las principales causas de casi todas las enfermedades.
¿Cómo llega la meditación a su vida y como le veía la sociedad de aquella época?
—En el postfranquismo no había muchos lugares de meditación. Siempre me preocupó el crecimiento personal e investigar el sentido de la vida e ir más allá. El mundo espiritual no estaba perseguido como tal pero era absolutamente colateral. Entre el año 85 y el 90 la cosa empezó a abrirse mucho más. ¿Qué pensaba la gente? Que era un tipo raro (ríe). Pero los raros nos juntábamos. Era bonito porque la gente estaba muy ilusionada.
¿Cómo ha cambiado la percepción de la psiquiatría acerca de la meditación desde que usted empezó a ejercer hace 40 años?
—Extraordinariamente. Yo he meditado toda la vida, pronto hará 60 años y empecé con 15. Yo me formé en Mindfulnes en el año 1997 en Canadá y siempre digo en broma, pero es verdad, que no fui a recoger el título porque en España y en Europa un psicólogo o psiquiatra que hiciera apología de la meditación era como si lo hiciera de una paraciencia. Hasta el 2007 no empezó a abrirse. Ahora se vé bien pero ese momento nos veían como zumbados, con perdón..
¿Qué ayudó a este cambio?
—La evidencia científica, como siempre. El mindfullness tiene mucha no como otras técnicas. Eso ayudó. A partir de esa época empezaron a a publicarse artículos científicos que apuntaban que eran de ayuda para la depresión, la ansiedad, la adicción y cambió un poco la visión.
2 comentarios
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Yo los sigo viendo así.
De una forma u otra, todo el mundo medita. Hasta Pedro Sanchez medita a diario sobre como poder joder cada dia un poco mas la vida a los españoles. Luego está la meditación oriental de observar tus propios pensamientos hasta alcanzar un estado de no-mente. O sea, el estado natural de Pedro Sanchez: sin mente y sin verguenza de hacer cada dia el ridículo.