- Imposible, caballero. Mire, ya me han intentado pegar dos veces.
La pregunta la hacía un hombre de mediana edad visiblemente molesto y la respuesta era de un guardia civil, el único al que, junto a otro compañero, verían los conductores de los 500 coches que la noche de este domingo permanecieron atrapados en la A-2 con destino Madrid durante más de cinco horas a consecuencia de las intensas nevadas que registró la provincia de Soria.
Nieva con violencia, con copos que parecen pellizcos enormes de un algodón de azúcar, y la información es nula. Ni siquiera los agentes, abrumados, son capaces de confirmar si los afectados tendrán que pasar la noche allí o no. "Hay que esperar a que la meteorología mejore. Cada vez que reanudamos el tráfico, se producen tres accidentes", dice uno. El otro, iracundo, comienza a abroncar a un conductor. "¡Que estoy aquí mojándome por ustedes!", le grita.
El individualismo no hace sino aportar más caos al caos: los operarios quitanieves piden a las personas atrapadas que abran un camino para que pase el camión. La mayoría lo hacen, pero, una vez despejado, los más egoístas aprovechan para adelantar posiciones.
Hay insultos y se viven momentos de tensión, pero la atención se desvía de la discusión entre dos conductores en mitad de la autovía, completamente nevada, cuando aparece un joven paseando a su perro. El animal, un labrador, orina y defeca, y el contraste entre la trifulca humana y la llamada de la naturaleza canina da para alguna que otra risa en una situación que iba perdiendo la gracia conforme pasaban los minutos.
Hay de todo: un señor se lamenta porque había leído por la mañana que varias comunidades iban a estar en alerta por nieve y, a pesar de ello, no había sido previsor y había emprendido el viaje muy tarde. Otro le contesta que sí, pero que "dónde están las autoridades si ya sabían que esto iba a pasar". Y a la izquierda, se baja de un SUV negro un joven que dice que no vuelve al Pirineo en su "puta vida" mientras su novia le graba sin poder contener las carcajadas.
Una evacuación de urgencia
Los conductores llevan dos horas sin avanzar ni un centímetro. En torno a un vehículo, se forma un barullo. Hay quienes se llevan las manos a la cabeza y a la boca; otros, de brazos cruzados, sueltan un "qué horror" y "qué mala suerte".
En la parte trasera del coche hay una niña que grita de dolor mientras su madre trata de tranquilizarla. El padre explica la situación: la pequeña, de unos diez años, se ha roto la tibia y el peroné esquiando por la mañana. La doctora que les atendió en Viella, en el valle de Arán, les dijo que no podía operarla allí y que lo mejor era llevarla al hospital de una gran ciudad.
Los padres deciden emprender la marcha hacia Madrid, donde viven, para ingresarla en el Hospital de La Paz, pero se encuentran con este caos ocasionado por la nieve. El guardia civil que hace unas horas decía que le habían intentado agredir dos veces ha aparecido en el lugar, a unos 10 kilómetros de Medinaceli, no para organizar un tráfico totalmente fuera de control, sino para sacar a la pequeña de allí y llevarla rápido a un centro sanitario de Zaragoza.
Las perspectivas no son halagüeñas: los padres han hablado por teléfono con la doctora que atendió a su hija en Viella y, si pasa mucho tiempo, la lesión puede originarle un importante trombo en la pierna. Entre cuatro personas la sacan del vehículo, sin que la cría pare de gritar de dolor mientras una mujer se da media vuelta, se lleva las manos a los ojos y dice: "No puedo verlo, no puedo verlo". La escena sugestiona a otros niños, que lloran angustiados y que no responden a las palabras de sosiego de los adultos.
Los cuatro hombres consiguen introducirla en el coche de la guardia civil, estacionado en la A-2 en sentido Zaragoza, tras cruzar una mediana en la que la nieve cubre ya casi por completo las botas. La madre saca del maletero de su vehículo una maleta pequeña y acude junto a su hija. Al padre aún le quedan tres horas atrapado en la autovía, cortada a lo largo de 45 kilómetros.
Solidaridad entre los afectados
Los camiones y la falta de cadenas o fundas de nieve se erigen en el principal problema. Hay coches atravesados, cuyos conductores son incapaces se controlar ante una calzada cada vez más helada. Un BMW trata de avanzar unos centímetros, pero sus ruedas patinan y acaba chocando de manera muy leve contra un camión que obstaculiza un carril y medio.
No todo es individualismo. Dos jóvenes de 30 años, Álvaro y Fernando, se bajan de su coche para intentar ayudar al conductor. Entre los tres ponen las cadenas y consiguen dos grandes trozos de cartón que sitúan delante de las ruedas traseras. Otra persona se les une y, mientras el dueño del vehículo acelera, empujan para ayudarle a avanzar. Lo consiguen y los que presencian el acto aplauden. Han logrado destaponar parte de un carril y, aunque a duras penas, el resto de coches ya puede avanzar varios metros.
A las cuatro horas de retención para de nevar. Los termómetros marcan la misma temperatura (0 ºC), pero la naturaleza, siempre caprichosa, decide que es momento de que llueva. La nieve comienza a deshacerse y adquiere un aspecto barroso. Se celebra esa bendita lluvia, pero también se teme que, si la circulación no se reanuda pronto, la temperatura baje y o bien vuelva a nevar o la calzada se convierta definitivamente en una pista de patinaje.
De repente, un coche avanza, y otro, y otro más por allí. Por primera vez en cinco horas, el velocímetro sobrepasa los 20 kilómetros por hora. Un camión quitanieves ha conseguido acceder más adelante a uno de los carriles y todos los vehículos lo siguen diligentemente como si de un safety car se tratase.
El arcén está repleto de camiones y otros coches parados cuyos conductores se han dado por vencidos y se han resignado a pasar la noche allí. Otros, imprudentes, se detienen cuando la calzada comienza a recuperar su color azabache para retirar las fundas o cadenas y poder circular a una velocidad normal.
Por suerte, no hay heridos, la niña lesionada ha sido trasladada con éxito al hospital, pero, cuando se llega a casa tras casi 12 horas de viaje y más de cinco atrapado en un temporal, uno podría preguntarse si acaso no tenía razón aquel joven que decía que no volvía al Pirineo en su "puta vida" mientras su novia lo grababa y se reía de él.
9 comentarios
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Nivel "made in Spain", buen relato,,,da para una peli de Berlanga
AngelcaídoSi, se lee como un episodio emocionante, a veces cómico, de una serie de Netflix: Nieve en la noche, aventura en la A2. La realidad, sin embargo, es que las cosas son sombrías para los autoridades que se supone deben evitar esto.
Carreteras de la comunidad autónoma. Soria, Castilla y León. Echar un vistazo a ver quién gobierna.
¿De quien dependen las carreteras?. De Fomento? pues eso...
Ameno artículo bien escrito.
Pero que les pasa a todos, la previsión del tiempo era mala y aún así la gente sale porqué quiero esquiar, o ir a ver la nieve, sin pensar en las consecuencias, esto me recuerda a filomena que también se quedaron cientos de personas atrapadas por la nieve, y nunca aprendemos, las autoridades y los que vamos de por libre, como pollos sin cabeza, BURROS ANDE O NO ANDE BURROS.
Y los coches electricos cuanto tiempo pueden estar en marcha y dando calor dentro del vehiculo
Una semana sin ellos y te deguellan en tu casa. Muy bravucon de boquilla...
Els cossos i forces de seguretat estàn per desfilades i medalles, no per això.