¿Qué quieren que les diga? A ti eso del Halloween o lo de Myers («La noche de Halloween», 1978) o lo de las brujas o lo de tantas y tantas criaturas banalmente endemoniadas te la trae floja. Naciste entrenado. Entrenamiento para el terror que se perfeccionó a lo largo de tu infancia. Como, más o menos, le ocurrió a todos ustedes… ¡Menudos cuentos os narraban! ¿Puede haber, por ejemplo, algo más terrorífico que un lobo tragándose a una angelical abuela para hacer, luego, no sé qué -algo innombrable, seguro- con una niña boba vestida con una caperucita roja? ¿A qué no? Por no hablar de esa madre desnaturalizada que expulsa a esos tres hijos suyos, cerditos, obligándoles a que se independicen y se busquen la vida… ¿Estarían en paro? Y ahí los tiene usted, edificando sus respectivas casas con más voluntad que acierto… Tres «adosados» de la época que tendrían que vérselas con el devastador soplo de otro lobo. Aunque -será de justicia reconocerlo- esas historias apocalípticas (¡con las que pretendían adormeceros!) tenían mucho de premonitorio. De hecho, el mentado lobo era un clarísimo precedente de las actuales entidades bancarias (se lo comen todo) y la historia de esas casitas, metáfora nítida de lo difícil que resulta acceder a una vivienda digna o de lo cochambrosas que se muestran ciertas nuevas construcciones sociales tras el pavoneo de foto, cinta y tijeras.
Contigo mismo
‘Halloween’ es mañana
08/11/22 3:59
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