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Puede que Catalunya sea el único país de mundo capaz de contener holgadamente dos partidos de ultraderecha extrema, uno nacionalista español (Vox) y otro soberanista y nacionalista catalán (Aliança Catalana), y aún sobra sitio para otros dos grandes partidos muy de derechas como el PP y Junts + Puigdemont, que si ya era derecha dura en tiempos de Convergència, figúrense sumándole a Puigdemont. De hecho, estas cuatro derechas catalanas amontonan más escaños (63) que todos los independentistas juntos (61), aunque lógicamente, buena parte de ellos son compartidos. Qué cosas más curiosas suceden si en lugar del eje nacionalista se utiliza la vieja división derecha-izquierda. ¿Y este análisis anticuado qué significa? Ah, nada, no lo sé, solo estoy divagando.

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Tras estas últimas elecciones catalanas, como casi siempre en lo referente a Catalunya y España, lo único sensato que se puede hacer es divagar. Sin embargo, la sensatez no es corriente ni entre los políticos ni entre los comentaristas (algunos hasta parecen no estar en sus cabales), por lo que nada más conocerse los resultados del domingo ya empezaron a emitirse juicios muy rotundos y pronósticos tajantes, eso sí, opuestos e incompatibles entre sí, además de llamamientos a hacer lo que hay que hacer, y no otra cosa. Que el procés está muerto y enterrado. Que el independentismo catalán se ha desintegrado por arte de magia, es decir, del PSOE. Que ERC se derrumba y Aragonès deja el Parlament y la política activa. Que sin embargo, Puigdemont insiste en ser president, porque sí, por la cara, cuadren o no cuadren las cifras. El PP está de acuerdo, ya que Illa y Puigdemont son lo mismo, y el Gobierno central siempre obedece a Junts, por afán de supervivencia. Hay quien descarta tal y tal escenario, y quien no contempla otro escenario que este o aquel, incluso si ello implica repetir elecciones (y referéndums) indefinidamente. Lo que no sé por qué me recuerda a la Convergència de Pujol de toda la vida. Prefiero las divagaciones. Nunca nos fijamos suficiente en la pujanza de las numerosas derechas catalanas. Y eso que en un día tan histórico, solo votó el 58 por ciento del censo. Pero no me hagan mucho caso. Estoy divagando.