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Tras líneas y líneas escritas en este periódico sobre la mala conectividad aérea que vivimos en Menorca desde hace más de veinte años, asistimos nuevamente a un debate sobre la regulación que el Gobierno central pretende llevar a cabo para, en teoría, evitar que las compañías sigan aumentando los precios de los billetes de la forma en que vienen haciéndolo desde hace unos cuantos años.

Por desgracia, el incremento de precios no solo lo hemos visto con los billetes de avión, pero las administraciones públicas deben tener en cuenta que vivir en una isla supone un coste extra que tiene que compensarse para conseguir esa «igualdad» con nuestros vecinos de otras islas y la Península. De ahí salen las OSP (Obligación de Servicio Público); para que «en teoría» (permítanme el entrecomillado) se garanticen los servicios, aéreos en este caso. Fue en 2013 cuando Mariano Rajoy puso en marcha la primera OSP de Menorca con Madrid, pero hoy, once años después, ese sistema necesita una revisión más que urgente que Pedro Sánchez y su gabinete no están dispuestos a llevar a cabo.

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El Partido Socialista y su diputado balear Pepe Mercadal han tardado dos años en darse cuenta del grave problema que tiene la ruta con Madrid con solo dos frecuencias diarias. Nunca es tarde si la dicha es buena, aunque el problema es que todavía nos queda un año más de sufrimiento puesto que no es hasta abril de 2025 cuando finaliza la actual OSP. Todo esto culpa del actual gobierno ya que el año pasado el PSOE tuvo una oportunidad de oro para elaborar un nuevo pliego de condiciones en las que se reflejaran tres frecuencias diarias y mejor repartidas en horarios, pero las prioridades eran otras como por ejemplo pactar la Ley de Amnistía con los independentistas catalanes y vascos.

Ahora, el Partido Socialista nos vuelve a vender la moto y dice que la solución mágica al brutal incremento de precios en la ruta con Barcelona es poner otra OSP. ¡Rotundamente no! Y mucho menos si tiene que ser un experimento para que solo acabe reduciendo el coste a un 5 % de los billetes que compramos. La solución que probablemente contribuiría a una rebaja de los precios para la ruta con Barcelona y a una mejora con la de Madrid, sería salir del monopolio que hay en temporada baja y que varias operadoras compitieran entre ellas, pero claro, fomentar la empresa privada no es algo que concuerde con este Gobierno autodenominado como «progresista».