Se puede ser un canalla sin ser idiota; lo uno no tiene nada que ver con lo otro. Digo esto porque ya llevamos mucho tiempo escuchando los constantes reproches que se hacen a nuestros políticos, sobre todo diputados, portavoces y líderes de la oposición, por su canallesca manera de ejercerla, su ferocidad de matones adolescentes, sus injurias en el Congreso de los Diputados y, en definitiva, unas actitudes que dan asco. El ambiente irrespirable y gansteril de nuestra política, peor que el de los bajos fondos de Chicago durante la ley seca, ya espanta incluso a los colegas y subordinados de los cabecillas, pero me da la sensación de que no se les recrimina tanto por sus canalladas como por sus imbecilidades. No por agresivos, sino por agresivos tontos. Por acometer fieramente al contrincante (al Gobierno), pero con palos, piedras y fanfarronadas. No conocen el florete, ni siquiera una daga. A lo bestia, a lo que salga.
Oraciones
Maneras canallescas
03/04/24 4:00
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