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Cuando visitas una prisión llaman la atención los carteles que proclaman a los cuatro vientos el verdadero espíritu de las instituciones penitenciarias, la utopía de regalar una nueva vida a las personas que entraron allí para quedarse tras cometer un error. Habrá quien reconduce su vida, seguramente, pero otros muchos son insalvables. Y algo falla en el sistema judicial y carcelario cuando de vez en cuando saltan noticias que nos hablan de criminales reincidentes a los que nadie supo, quiso o pudo controlar. Sabemos que casi ninguna de las personas que son detenidas acaba entre rejas, para eso has de cometer un delito muy gordo. Y las cárceles ya están llenas. Así que las leyes hacen su papel y con ese pequeño toque de atención creen que ya han cumplido.

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Por eso hay violadores que vuelven a las andadas en cuanto pisan la calle y hay personajes, como José Manuel Durán González, O Chioleiro, que tras abusar sexualmente de su abuela y matarla en 1998 y a otra mujer en 2004, lo ha vuelto a hacer. Como si fuera un juego, su destino o el mandato de algún dios cruel. El cuerpo ya descompuesto de la víctima apareció en una maleta abandonada en una calle de Vigo y, al parecer, el asesinato se produjo en agosto pasado. Aún quedaban señales de una certera puñalada en el corazón. ¿Qué se puede hacer con un animal como este?

La consecuencia de su primer crimen fue ingresar en un centro psiquiátrico, del que salió tan pancho unos años después. No tardó tanto en regresar a las andadas, esa vez con una joven a la que asesinó para robarle unas joyas. Su condena fueron diecisiete años de cárcel, que cumplió íntegramente. Pero aquí le tenemos de nuevo. ¿Será esta vez la última o la justicia permitirá que siga y siga?