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Esperança Camps ha publicado hace poco «La por» en Edicions del Bullent. Se trata de una novela corta, narrada en primera persona por la voz de una mujer angustiada y confusa, que describe su infancia desde sus pensamientos y recuerdos más íntimos. Nada de nostalgias, es una voz enferma, desencantada de un mundo a menudo mitificado, los primeros doce años de vida de una niña vistos desde los cincuenta con grandes dosis de dolor. Ninguna concesión a la ilusión, «La por» podría tener un título aun más desgarrador, algo que hiciera referencia a la falta de amor que experimenta la niña, la mujer, la voz. Hija de un padre «delincuente» de guante blanco y de una madre «insensible» por decirlo suavemente. Sinónimos de delincuente: «malhechor», «bandido», pero quitando todo lo que estos términos puedan tener de romántico. Sinónimos de insensible: «cruel», «despreocupada». Palabras más duras: asesino y puta. Ya se echa de ver que se trata de un ejercicio de narrativa valiente, sin concesiones al público lector, un desafío que deja ver los hechos sin máscara de engaño, o si se quiere sin eufemismos.

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Esperança Camps demuestra tener también su propia voz como autora, una voz muy personal, muy valiente y también clarividente. El mundo es así, puede disfrazarse, pero en el fondo es así, y aquel a quien no le guste puede buscarse todos los paños calientes que quiera. No sé dónde queda ahí la llamada «sociedad del bienestar», porque la novela –la vida— bien leída lo que produce es un profundo malestar. Alguien lo ha llamado «Angustia emocional». No lo sé. Si sé que la novela está escrita en lengua oral desde una gran capacidad para imaginar y para meterse en la piel del personaje, y que resulta «auténtica», expresada sin tapujos, sin convencionalismos, sin muletas, sin piedad. No le hacen falta subterfugios a Esperança Camps para echar de la boca la verdad del mundo que describe. Tampoco le hacen falta más páginas de las que tiene su libro: apenas 175. Por cierto, la habilidad de la autora salta en seguida a la vista, como debe ser en la obra de una verdadera escritora, y el compromiso consigo misma también. Enhorabuena.

Recuerdo a Esperança Camps de las clases de idioma en el instituto Josep Maria Quadrado de Ciutadella. Una vez me sorprendió con una redacción inquietante y original que escribió delante de mis narices. Entonces yo sabía que el mundo de las letras no tiene nada de fácil, es como la protagonista de «La por», un alma cándida en un mundo envenenado.