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A principios de mayo se constituyó un grupo de trabajo para debatir y abordar las condiciones de bienestar y buen trato a los caballos en las fiestas menorquinas. Impulsado por el Consell, este grupo integrado por representantes de las juntas de caixers y de los ayuntamientos, veterinarios y un fisioterapeuta equino, debía responder a una complicada pregunta: qué les ocurre de verdad a los caballos ante una situación de estrés como son los jaleos y otros momentos festivos ¿lo son para ellos tanto como para esa multitud que les rodea, les toca y vocea, durante horas seguidas, mientras deben al mismo tiempo obedecer las órdenes de su jinete? No van a poder contestar pero lo obvio indica que estos nobles animales, protagonistas involuntarios de la fiesta, pueden acabar extenuados. La misión del grupo de trabajo es compleja, analizar parámetros fisiológicos para conocer cómo responden los equinos, de modo que se puedan adaptar los protocolos de las fiestas a la ley de protección de derechos y bienestar de los animales, proyecto ya remitido por el Gobierno al Congreso de los Diputados para su tramitación. El objetivo es doble, por un lado velar por que los animales sufran lo menos posible en las fiestas, y por otro, garantizar la continuidad de las mismas, ya que la nueva normativa les afecta de lleno, y no solo por los caballos sino por el uso de animales en general en eventos feriados, romerías y otras actividades que deberán estar sujetas a inspección. El grupo de expertos debía reunirse dentro del mes de junio y dar a conocer los primeros resultados, pero de momento no hay noticias. Son malas fechas para cuestionar todo lo relacionado con las fiestas cuando, después de dos años sin celebrarlas, la gente las aguarda con más ganas que nunca. Sant Joan abrió las puertas y ahora vendrán, una tras otra, todas las demás. Convendría conocer si hay ya algún avance del estudio contratado por el Consell antes de entrar de lleno y luego despedir el circuito festivo del verano.