Post festum pestum, en el decir de los romanos (después de la fiesta peste). Creo que ya hemos entrado en el verano, y lo hemos celebrado con las fiestas del solsticio más o menos santificadas, según los dictados de la tradición católica. Nunca vi sudar tanto a un hombre como al fabioler de Sant Joan en Ciutadella, Sebastià Salord. Parecía salir de un pantano, tocando el caramillo y el tambor, eso sí, impasible el ademán. Le pregunté al caixer senyor, Borja Saura, si había sudado mucho el Dia d’es be (día del cordero). Me dijo que Sebastià le había ganado, pero que no había sudado tanto en toda su vida, y eso que vive en México, en la zona del Caribe. Si los caixers y cavallers de San Juan fueran de helado se derretirían y se convertirían en una comitiva de fantasmas. Sería como aquello del hombre invisible. Trajes huecos que se moverían sobre caballos inexistentes. Porque se supone que los caballos también pasan calor, máxime cuando llevan a un caballero a cuestas, un hombre con sombrero, chaqué, chaleco, camisa, pajarita, botas, guantes, fusta y el orgullo de muchas generaciones de antepasados que ya se convirtieron en sombras. Los seres humanos tenemos esa manía, nos gusta celebrar las grandes fiestas con ceremonias a veces tan vistosas y tan seguidas por las multitudes como San Juan.
Les coses senzilles
Pestum
04/07/22 3:59
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