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Mi mujer y yo aprovechamos un vuelo directo y nos vamos a Santiago de Compostela. En este caso, no hacemos como Cees Nooteboom, que escribió un libro delicioso al que puso por título: «Desvío a Santiago». Con la misma idea de partida, él sale del puerto de Mahón y recorre media España. Una España que hoy no existe salvo en la forma de haber sido. La vida es lo que hemos acumulado y nos ha llevado hasta donde estamos ahora. La Historia no es el estudio de lo que pasó sino de lo que somos, incluyendo nuestros estratos más profundos. Sin ella, parecemos superficiales y un poco estúpidos. Desagradecidos y planos. Nos falta la dimensión de un pretérito imperfecto aunque ineludible. La cultura. Nuestro futuro se configura con la selección que hacemos entre todo lo que heredamos. Guardamos unas cosas y desechamos otras. Pero cada una de esas elecciones nos configura y limita. Por eso, los que ostentan el poder quieren elegir nuestro pasado por nosotros, pues quien controla la memoria, controla el pensamiento.

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Estamos en la plaza del Obradoiro, confluencia de peregrinos de todo el mundo. Los Reyes Católicos mandaron construir un hospital junto a la Catedral (hoy convertido en hotel) para los que llegaban enfermos. Hemos olvidado de dónde venimos y por eso no sabemos a dónde ir. Creyentes y no creyentes se encuentran en el mismo trayecto. Pero el auténtico camino será siempre interior. Y descubrirlo lleva su tiempo.