No me gusta ir a presentaciones y sin embargo últimamente he acudido a dos, y el refrán dice «Compañía de dos, compañía de Dios». Lo malo, estos días, es que para estas ocasiones uno tiene que ponerse una mascarilla y hacer oposiciones a respirar correctamente. La rebeldía aquí comporta el peligro de infectarse de un virus con corona y todo. En la librería Va de Llibres, del Carrer de sa Carnisseria de Ciutadella, Joan López presentaba Els ullastres de Manhattan, nuevo libro de Ponç Pons editado por Quaderns Crema. Se trata de una especie de libro de viajes donde el autor narra a trechos y versifica también su estancia de una semana en la isla de Manhattan, en Nueva York, donde es notorio que no hay acebuches, aunque Ponç Pons se los figura evocando su amadísima Menorca natal. Eso le convierte en un escritor auténtico; a veces se califica de isleño empedernido y otras veces alude a nuestra tierra –la suya y la mía— con el dulce nombre de madre y hasta de patria. Los sinónimos de patria –país, tierra, terruño, territorio, lugar, gente— pueden ayudarnos a comprender mejor la concepción del mundo de este escritor, y ya se sabe que una obra de arte es también una visión del mundo de su autor. Dos pistas, pues, que nos indican que vale la pena leer este libro para penetrar en el alma de su autor (Joan López añade otras muchas y me acuerdo sobre todo de las referidas al lenguaje, para el que Ponç Pons tiene también buen oído)
Les coses senzilles
Compañía de dos
27/07/20 0:30
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