Lo estamos viendo en el culebrón de la reforma de la carretera general, querer no siempre es poder, y cuando ostentas el poder, no es fácil deshacer lo que criticabas cuando eras oposición ni cumplir lo prometido en campaña: te chocas con el muro de la realidad y de la tecnocracia. Saltarse informes, vinculantes o no, y estampar tu firma en proyectos a lo ‘kamikaze’ es exigir mucho a una clase política a la que al mismo tiempo le pedimos máximo rigor en la gestión de lo público. La carretera está algo así como maldita, ni el PP ejecutó el proyecto que quería y para el cual le votaron ni ahora la izquierda tiene claro que pueda cumplir el compromiso con su electorado. Puentes sí o no, lo que está claro es que los políticos se encuentran muchas veces más maniatados de lo que parece.
Vía libre
Gobierno de técnicos
18/12/18 21:30
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