Si fuera andaluza o tuviera algún vínculo con aquella tierra estaría más que enfadada; como no es el caso no puedo al menos dejar de estar asombrada de cuán fácilmente se desprecia a sus ciudadanos, desde una pretendida superioridad intelectual de otras comunidades, esa forma rancia y clasista de mirar al sur disfrazada de diferencia cultural. En la noche electoral del domingo ardían las redes sociales y los comentarios despectivos por el vuelco electoral. Si la victoria de los socialistas hubiera sido holgada para gobernar a los andaluces seguro que se les habría tachado de ignorantes, anclados en el pesebre, subvencionados por el PER y todas esas lindezas, pero como no ha sido así, ahora otros se permiten añadir a la lista del desprecio el calificativo de fachas. Han pasado de una cosa a la otra de la noche a la mañana. En Andalucía hacía falta el cambio, no es normal que alguien que vaya a cumplir 40 años no haya conocido nunca la alternancia en el gobierno de su Comunidad; era hora de sacudir alfombras y abrir ventanas para que entrara aire fresco, pero se ha colado el vendaval de Vox y claro, eso no se esperaba porque el CIS, ese oráculo imparcial, les había concedido un diputado y ahora son una docena. Han surgido los ‘lepenistas’ a la española aunque tampoco hay que exagerar, ya les gustaría, que la señora Marine llegó a la segunda vuelta de las presidenciales francesas disputándose el gobierno con Macron.
Vía libre
La sorpresa andaluza
04/12/18 21:14
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