Vamos con el coche y desde la ventanilla ya les oigo decir «¡parque!». Siempre me pregunto qué tienen estas estructuras metálicas y de madera que les atrae tanto. Hace poco asistí a un cumpleaños en mi tierra, Valencia. Era una masía muy alegre en Bétera. Y en un rincón había un parque de madera de color blanco, en un terreno aún por embellecer y ese día bajo un sol de justicia. Era insoportable poder estar ahí, pues no hubo manera de convencer a mis hijos y demás niños para que no fueran. No había sombra por ningún lado. Parecía eso la era donde tiempo atrás se secaba el grano de arroz de la comunidad. Pues ellos erre que erre. Al final fue mi cuñado con los pequeños a que disfrutaran de esa maravillosa calima con humedad de principios de septiembre. Otras veces en la Isla no hay parque que se les resista. Un lugar ideal para gastar sus infinitas energías.
Supervan Family
El tobogán terapéutico
05/09/18 21:25
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