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VIERNES, 18

Termino «Patria» de Fernando Aramburu, novelón en el que he estado inmerso los últimos quince días. La historia de dos familias vascas, amigas antes de los años de plomo de ETA y luego, una víctima y la otra victimaria, el radical cambio de relaciones tras la intromisión del terror en sus vidas. Porque fue terror, no el eufemismo de «lucha armada» y mucho menos el de «conflicto». ETA terminó su siniestra ensoñación liberadora con un montón de muertos sobre sus espaldas y sin lograr ninguna de sus reivindicaciones. La novela de Aramburu refleja mejor que mil reportajes la realidad de la vida en Euskadi durante aquellos terribles años en que unos extorsionaban y mataban, otros sufrían en silencio y los más miraban hacia otro lado susurrando aquel terrible sonsonete que también se escuchaba en pleno franquismo cuando alguien desaparecía: «Algo habrá hecho…».

El relato que ahora trata de imponer el mundo abertzale es el de la simetría de una guerra que no existió a pesar de los incuestionables excesos policiales, y forma parte de un inquietante concepto que acaba de poner en liza el Diccionario de Oxford: la post-truth o, para nosotros, la posverdad, que «denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal». Es obvio que este extraño y desolador fenómeno se ha materializado en los casos del brexit y en la victoria de Donald Trump, dos posverdades que hieren la sensibilidad de las legiones de ciudadanos de todo el mundo que tratan de informarse con veracidad. Esperemos que no acaben por herir también de muerte a los frágiles

SÁBADO, 19

En Sa Pescateria y mientras damos cuenta de las extraordinarias croquetas de Àngels, un culé me recrimina un comentario en el Bob's Corner en el que criticaba al jugador brasileño Neymar (matizadamente, no niego que sea un gran jugador, aunque le sobren regates y chulería). Aunque considera que pueda tener razón, medio en broma medio en serio me dice que un barcelonista no debería airearlo… Unas croquetas más allá, planteo seriamente a Mikel del Akelarre la idea de un homenaje a Leonard Cohen, con cantantes y coros de la Isla. Quedamos en seguir hablando de ello.

La impotencia del Barça sin Messi me lleva a recluirme, dolorido, en el altillo de libros y vinilos. Demasiados artículos sobre Trump, nada nuevo, nada que valga la pena llevar a mi revista de prensa radiofónica en la onda de Diana. Empacho. Auriculares y aislamiento: me refugio en el último disco de mi amigo Leonard Cohen.

DOMINGO, 20

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Domingo soleado que sube la moral a cualquier idiota que la tenga damnificada por sinsabores futboleros… Coincidimos en Sa Vinya con Neus y Josep, con quienes departimos recordando los tiempos de vino y rosas en su mítico local del Moll de Ponent, el Triptic, cuyo ambiente en los ochenta rememora mi amigo y vecino de página Nacho Martín en su magnífico libro «Paraísos menguantes». Y es que el Triptic fue en aquellos tiempos de ilusiones políticas a la vez que templo de la progresía, pinacoteca y, según nos cuenta hoy Neus, confesionario de madrugada de mucho extraviado. No estaría de más tratar de resucitarlo como centro de rehabilitación de trastornados por el efecto Trump o por la candente amenaza del advenimiento de Susana Díaz como lideresa el viejo partido de Pablo Iglesias (el serio) o por la no menos aterradora vuelta de Bauzá. ¡Socorrro!

LUNES, 21

En el programa de humor y tertulias «Real Time with Bill Maher» de la HBO, doloridos y estupefactos todos los participantes por la victoria de Trump, escucho una comentario que me parece extremadamente lúcido: «En el 11-S sufrimos un golpe terrible desde el exterior. Ahora acabamos de sufrir otro 11-S, de carácter moral, desde nuestras propias entrañas». Así lo han querido los electores en tiempos de la posverdad.

MARTES, 22

La mayoría de los diarios nacionales despotrican del acuerdo entre peneuvistas y socialistas vascos para formar una coalición de gobierno en Euskadi. A pesar de las infinitas apelaciones a los nuevos tiempos del diálogo y el pacto, surgen de nuevo los tabúes a los que me refería en un artículo publicado en «El País», y especialmente el más intocable de todos: la unidad de España, aunque ni unos ni otros hayan hablado de romperla. La inveterada pretensión de que solo hay una manera de interpretarla es una posverdad avant la lettre. Continuará.

JUEVES, 24

En vísperas del hortera Black Friday, vislumbro un Rainbow Day, vamos que veo un arco iris tenue pero esperanzador: se detectan irregularidades groseras en el recuento electrónico de votos en EEUU que podrían cambiar el reparto de votos electorales… Y me llama Mikel: el homenaje a Cohen está en marcha.