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Consumir productos procedentes del campo menorquín o sus derivados es proteger el paisaje de Menorca, colaborar con el tejido social de nuestra sociedad rural, coadyuvar al sostenimiento agropecuario de la Isla, consiguiendo colateralmente que se mantengan vivas costumbres ancestrales de una forma de entender la vida. Protegiendo la cabaña ganadera se logra una adaptación de pastos y ganados armonizándose el paisaje y muy importante: de paso se mantiene el medio ambiente.

Hace un par de semanas liaba la hebra con un pastor que mismamente parecía el hombre como si se asomara por detrás del visillo de la ventana que separa el siglo XXI de lo más profundo de la Edad Media. ¿El medio ambiente dice usted?, ¿los ecologistas? Yo sí soy ecologista y además a pie de obra, llueva o nieve, aquí me encontrará, por estos perdidos con el hato (rebaño), cuidando de todo esto. Me señalaba una zona montañosa de la provincia de León de lo más inhóspito. Alguna vez, continuó diciéndome el pastor, de Pascuas a Ramos aparece por aquí un todoterreno con una pareja de estiarós preguntándome si he visto a algún lobo. Su voz sonaba a queja, a reproche.

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2 El medio ambiente del que cuidan tan bien los payeses menorquines, afortunadamente no da lugar al susto mañanero o en alguna atardecida que se lleva el pastor leonés cuando le ve las orejas al lobo. Hoy nuestros payeses se encuentran con la convulsa situación del sector lácteo, un lobo burocrático, que les amarga la existencia por la escasa rentabilidad de su abnegado trabajo, haciendo desaparecer explotaciones lecheras enteras en España. Malos tiempos donde tampoco el queso parece mejorar la situación, siendo la estadística desalentadora. En España el consumo de derivados de la leche, y muy especialmente en quesos, es de 9,5 kilos per cápita y año frente a los 17,9 de la UE, muy alejados de los 28 kilos por cabeza y año de Grecia.

En muy pocas autonomías, la población se vuelca a la hora de organizar eventos que vengan a potenciar los productos de su población rural. Cantabria tiene un baluarte en el pueblo de Potes, con sus vinos o sus destilados como su excelente orujo, su tostadillo genuino de la zona, y quesos, muchísimos quesos. En Cangas de Onís (Asturias) han organizado este año 11 días de actos en torno a los quesos. No me extraña que tengan más de 40 quesos diferentes y 5 con DO. En el País Vasco, concretamente en Orticia, han universalizado uno de sus quesos, el Idiazábal.

Recientemente, he tenido la oportunidad de hablar con Luis Calabazo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas y enumeraba como preocupante la entrada de leche procedente de otros países europeos que tiene explotaciones ganaderas realmente asombrosas por el número de ejemplares y la tecnificación de aquellas explotaciones, de manera que los payeses menorquines lo tiene difícil. Bueno, fácil nunca lo han tenido. Ojalá que empiecen a contar abiertamente con el aprecio de la población local hacia sus productos y, por supuesto, que la administración preste su atención para ofrecerles una mano tendida. Es mucho más rentable que el agro isleño no se degrade a tenerlo que socorrer cuando la voluntad de trabajarlo ha ido desapareciendo porque los hijos ya no quieren seguir a sus padres en una vida tan dura y tan mal pagada.