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Voy escribiendo en un cuaderno las palabras que va aprendiendo mi hija de dos años. Sus primeras palabras. Y entre ellas se ha inventado una, puchi que es ' su forma de decir leche. Ella sabe lo que pide, nosotros le decimos que es leche, pero no le corregimos cuando aporta una palabra nueva, como puchi. Y es que le potenciamos la creatividad. Pensé, para qué rectificarla, ella ya sabe que es leche, que si lo dice fuera de casa no la entenderán pero en casa si dice puchi sí sabemos lo que es. Nos estamos comunicando. Y además se expresa y es valorada, lo que le refuerza su autoestima.

Una vez en el rastro de Valencia mi padre me regaló una figura pequeña de madera tallada de El Quijote leyendo un libro y en el poyete se leían unas letras escritas a mano que decían: «Felicidades, Paloma sin alas». Wow!, un mensaje que me hizo pensar y me sigue dando que pensar y, más escritas en un caballero de la Mancha, puro loco de la imaginación. A quién iría dirigidas estas palabras, sea quien hubiera sido hombre, mujer, niña, niño, no me gustaría que me las dedicaran. Por eso quiero que mis hijos sean «palomas con alas» y que vuelen alto, o bajo, o hagan piruetas en el aire pero que vuelen con su imaginación, su creatividad. Que sean libres.

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No sé si lo leí o me lo dijeron, «una maestra que reprende a un niño porque pinta un pollito verde y fuera de la línea y debería ser amarillo y dentro de las líneas». Pero según la mirada del niño y su cerebro creativo lo ve de color verde y despelucado. Un ejemplo que desmonta esta manera de enseñar es el libro «El artista que pintó un caballo azul» de Eric Carle (Ed. Kalandraka). Lo importante para mí es que pinte, cómo lo haga es su personalidad o cómo él lo ve. Tener una mente creativa o potenciarla a nuestro hijos hace que el día de mañana se sepan sacar las castañas del fuego. Porque ante una crisis, y habiendo estudiado una carrera o una salida profesional que tiene poca demanda siempre podrán sacar partido de su cabeza y crear cosas y, quizás, vivir de ellas.

Como dice María Montessori, todo queda archivado en la memoria, y aunque sean pequeños eso queda grabado en sus neuronas. Ese pequeño cuando se haga mayor tendrá el recuerdo, de que tiene la libertad de crear, de pensar lo que quiera sin tener miedo de escoger el color adecuado o salirse del margen, o pensar que es lo que puede agradar al jefe. Son tan importantes los pequeños detalles porque con ellos se construyen los cimientos de una persona. Por eso hay que cuidar esta etapa de construcción de su yo de 0 a 3 años.


@sernariadna