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Llevo ya unos años frecuentando esta columna opinando de esto y de aquello e intentando entretener al personal con reflexiones que ni acostumbran a tener razón ni lo pretenden. No noto que con el paso del tiempo haya mejorado escribiendo –ni mucho menos pensando ni viviendo- y sigue habiendo artículos que me superan y para los que no tengo suficientes palabras ni tampoco suficientemente buenas. El de hoy, el que viene siempre antes de las Festes de la Mare de Déu de Gràcia, las de verdad, las que no suenan a barrio de Barcelona, se me atraganta cada año. No ha sido este la excepción.

A mis treinta he tenido el privilegio de vivir un buen puñado de fiestas con sus consiguientes actos, bots, volem vi y algún pet. Desde el año pasado mis fiestas, nuestras fiestas, las vivo desde la responsabilidad que conlleva el cargo de ser concejal de Maó, un privilegio que jamás imaginé y que animo a que la gente intente descubrir para entender mejor algunas decisiones que se toman.

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Puede que a priori sorprenda leer en un joven que no le disgusta tener que pasarse todo el día 8 de actos en actos con americana y camisa, en lugar de andar conquistando barras de bar o cantando a viva voz nuestras canciones. Te sonará raro, quizás, que hasta me apetezca que el día pase lo más lento posible para disfrutar y exprimir cada momento con la solemnidad que se merece. No olvides que son unos días en los que celebramos nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra forma de ser. Y que tristemente se acaba el verano, para qué nos vamos a engañar.

Desde que Águeda Reynés me propuso optar a un cargo en el Ayuntamiento me he sentido un privilegiado en todo momento y creo que jamás le estaré suficientemente agradecido. Sé que este año tampoco podré acabar el jaleo en la samba o haciendo torres humanas con mis compañeros de rugby o que no nos pasaremos horas en el Café Tal con mis amigos de Cala Pato. También sé que el día 7, cuando quiera beberme la penúltima cerveza esa vocecita de la conciencia me dirá «afluixa que demà a les 7 has de ser al teu lloc». Y no os podéis imaginar lo orgulloso que estoy porque es muy difícil de explicar lo hermosa que se ve mi ciudad y mi gente desde lo alto de la tarima. Gràcies, Maó i bones festes.

dgelabertpetrus@gmail.com