Antonio López Cazorla y Rafael Carrasco Lamas fueron dos guardias civiles que la mañana del sábado, 4 de junio de 1977, sobre las 11, cumplían el servicio de puerta en el cuartel de la Avenida Madrid, número 11, en Barcelona. De pronto un coche se detuvo delante de la cancela que daba paso al jardín característico de aquél acuartelamiento, se bajaron dos hijos de puta pistolas en mano y acribillaron a balazos en la cabeza a aquellos pobres agentes. El que suscribe acababa de salir a comprar a la farmacia del otro lado de la calle, y su padre no hacía ni diez minutos que había abandonado el lugar por esa misma puerta. Todos vimos abierta la tapa de los sesos de aquellos dos hombres yaciendo en el suelo, cuyos hijos, amigos nuestros, no tenían consuelo.
Adiós a las armas
El terrorismo próximo
29/07/16 0:00
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