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Un año más se han acabado las fiestas de San Fermín (todas las fiestas se acaban) y la gente empieza a esperar resignada las del año que viene. Como ocurre aquí con Sant Joan. Sentir el peligro de correr delante de un toro hace que la adrenalina se dispare hasta las nubes. Cuando uno se juega la vida voluntariamente, nos está lanzando un mensaje al resto de los mortales. Hemos llegado hasta aquí enfrentándonos a mil peligros y venciendo toda clase de miedos. Vencer el miedo puede ser un espectáculo y lo es de múltiples formas en nuestra cultura de masas. Pero mucha gente no se acuerda del pasado y reniega de sus innumerables lecciones. Las novedades no nos pueden hacer olvidar que hay cosas que se repiten como una rueda, contrarrestando la angustia de lo imprevisto con lo que ya conocemos, esperamos y celebramos de forma ritual y festiva. Vuelve el verano con su reguero de fiestas patronales, vuelven las elecciones de vez en cuando, vuelve lo bueno y lo malo como la lluvia o el viento, porque está casi todo inventado y se repiten los errores más que el ajo.

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Pobre de mí, podremos decir de muchas cosas que hemos disfrutado y que tardarán en volver. El divorcio europeo puede ser amistoso o traumático. Cuando se ha convivido y hay que separar los bienes, no siempre llueve a gusto de todos. Dado el voto de la juventud del Reino Unido sobre el tema, una de las preguntas que tendremos que contestar es: ¿Qué pasará con los niños?