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REDACCIÓN. Un hombre se ha perdido en un hotel de Palma. Queda constancia de que, con cara cansada, llegó a la recepción y se inscribió. No era hazaña baladí,  teniendo en cuenta que en el hall cabrían Ciutadella y Mahón, separadas por una escalera que equivaldría, más o menos, a Sa Costa Nova. De hecho,  el hombre probablemente pensó que su estancia en Palma se consumiría sólo con cruzar el recibidor y llegar a la susodicha recepción, mudada en un puntito perdido en la lejanía. ¡Qué pasada de hotel!

Según cuenta un vecino del desaparecido, «era él un hombre muy despistado. Hasta el punto de que, en cierta ocasión,  ingirió por error una píldora de su perro. Llamó a urgencias, donde, y tras el pertinente y lógico cachondeo,  le dijeron que no tenía de qué preocuparse –hubo aquí alguien que se echó unas risas- a no ser que comenzase a ladrar o le brotara un rabo donde la espalda pierde su dignidad. El doctor, que era andaluz (no podía ser de otra forma) inscribió el incidente en el anecdotario del Matad Orfila.  

Cuentan las fuerzas de seguridad, Tele 5, Karmele  Marchante e Informe Semanal que se encontró un diario del desaparecido que, hasta la fecha, sin embargo, ha sido del todo irrelevante para su localización. En estos momentos –primicia informativa- lo están buscando en la lavandería. El diario de marras dice así:

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HOY. 20'00 horas. He cogido un taxi. Al ver el rostro del conductor –quizás algún día ilustre un artículo- debí de sospechar algo. Le he pedido que me llevara a un bar de copas en las que se sirvieran copas sin alcohol… Parece ser que el pobre no lo ha entendido y me ha conducido hasta un bar con señoritas que fuman…
HOY. 20'20 horas. Sales. El mismo taxista… La cara de gilipuertas sigue siendo la misma. Te esmeras en lo que le vas a pedir: «¡Mire! Quiero ir a un bar de copas, sin copas, y donde no haya señoritas que fumen…»
HOY. 20'21.- El taxista me mira con cara de… ¡Bueno! Tal vez puedan verla en un artículo de opinión, algún día….
HOY. 20'45.-  El taxista me lleva a un bar  de copas, sin copas, y efectivamente, sin señoritas que fuman, pero con señoritos que sí lo hacen…
HOY. 20'50.- Sales, acojonado… El mismo taxi… El mismo desgraciado… «Por la gloria de su madre, atienda, quiero ir a un bar de copas, sin copas, sin señoritas/señoritos que fumen…»
HOY. 21'15.- Estoy en el zoo…
HOY. 22'20.- Tras convencer al director del zoo  de que no soy un mandril, salgo… Busco un taxi… Lo sé… En Palma solo parece haber uno. Le deletreo con cuidado: «Mira, hijo de la gran… Quiero ir a un bar de copas, sin copas, sin señoritas y señoritos que fumen, sin animales. Un lugar tranquilo, donde haya silencio y paz».
HOY. 22'30.- Estoy en el cementerio… Me he caído en un hoyo… No tengo cobertura… Escribo estas notas  en la esperanza de que alguien las encuentre… Mientras espero el milagro, recuerdo las pastillas de mi perro o el viaje mortal a Palma del que ya dio cuenta este mismo diario… O eres gafe –y va a ser que sí- o tú y Palma tenéis un problema… ¡Dios mío! Si salgo de esta  solo viajaré a Alaior, a Sa bassa de sant Pere, pero en autobús… No vaya a ser que el taxista de marras haya pedido una comisión de servicios…

P.S.-1.- He ido a Alaior… ¿Adivinan quién era el conductor?
P.S.-2.- A mi padre que, siendo coordinador de Formación Profesional, algo parecido hoy a un director general de educación, se alojó siempre en la pensión Gloria, pagando su estancia de su bolsillo… No solía tomar taxis. Eso tuvo de positivo su inquebrantable honestidad. Por eso nunca fue político.
A mi madre, con quien comí bocatas en el Borne, esperando la llegada, en Mar/6, de mi hermana, que estudiaba magisterio…

A todos los que la posguerra les privó de perderse en un hotel…