Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, la Virgen María y el Espíritu Santo. Pero ahora me acuerdo nada menos que de Abel, el muchacho vagabundo de «La tabernera del puerto», interpretado por una soprano cómica. Mi padre solía decir que en las representaciones de zarzuelas que se hacían en el teatro del Born, la soprano que encarnaba a Abel a menudo era poseedora de unas tetas fenomenales que revelaban su condición por muy bien que se disfrazara. «Anda, chicuelo, déjame sola», dice Marola, la tabernera. Y Abel replica: «Ya he reventado como una ola, rompió en la playa, brotó la espuma, barrió la arena como una pluma y ahora, ¡conchis!, otra vendrá que con su espuma la borrará». Otra vendrá que con su espuma la borrará. Así de sencillo. Ahora sólo falta que me siente en la arena de la playa, a contar el paso innumerable de las olas. Siempre viene una ola nueva, por muy gorda que sea la que nos llegue, y la nueva hace olvidar la vieja, aunque se trate de un tsunami de triste memoria.
Les coses senzilles
Otra vendrá
07/12/15 0:00
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