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Las promesas están para cumplirlas, pierde credibilidad el que falta reiteradamente a ellas. Los contratos firmados son una obligación que une a las partes. Cuando un banco estafa a una familia haciéndoles firmar una hipoteca trampa, o unas preferentes basura, la ley dice que los contratos se cumplan, y desahucian personas de sus casas sin miramientos, o dejan en la ruina ancianos que ha currado como mulas toda su vida. Sin embargo, queridos lectores, si es una gran compañía la que incumple un contrato la ley la protege y la mima para que sus accionistas repartan beneficios, y al cliente, al ciudadano, que le vayan dando por donde más le duela.

Recientemente los clientes de Timofónica recibieron una carta diciendo que les subían unilateralmente la cuota mensual de sus servicios sin dar nada a cambio, rompiendo el contrato firmado donde constaba que la tarifa sería así «para siempre». Primero daban canales de televisión por la misma cuota que se pagaba sin ellos, y ahora con una cartita impersonal, que ni tan siquiera certifican, les dicen que es lo que hay, que van a pagar más y punto, y que si no les gusta tienen poco menos de un mes para darse de baja, pero que si no lo hacen, darán su silencio por un sí y les volverán a poner permanencia para tenerlos cogidos por las orejas bien fuerte, olé y olé con la maravillosa economía de mercado.

La misma empresa que privatizó el gran pacifista, políglota, y valedor del honrado Rato, el señor Aznar, y se la regaló a su amiguete Villalonga y compañía para que se forrasen en un abrir y cerrar de ojos con stock options y mamoneos parecidos, es la que ahora estruja a sus clientes, amparada en una legislación favorable a sus intereses y en una falsa competencia en el sector, el oligopolio es manifiesto, parece ser que la compañía rival Robafone seguirá una estrategia similar.

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La misma compañía que esclaviza a los trabajadores de sus subcontratas mientras reparte beneficios millonarios entre su cúpula, la misma compañía que se gasta tropecientos millones en patrocinar grandes espectáculos deportivos mientras ejecuta Eres, con la complacencia de unos sindicatos serviles hasta la nausea, la misma que enchufa ex altos cargos políticos, como el gran Rato, para pagar los favores recibidos, es la que ahora engaña a sus clientes, faltando a su promesa publicitaria, rompiendo el contrato unilateralmente, y subiendo precios a su libre albedrio.

En Timofónica están apagados éticamente y fuera de cobertura moral. ¿Esté es el famoso libre mercado tan cacareado por los neoliberales que se alimentaron de las ideas del dúo Reagan-Tatcher?, ¿donde están los economistas de salón que defienden que el libre mercado fomenta la competencia y por lo tanto sube la calidad del producto y baja el precio? Supongo que escondidos en sus trincheras de moqueta muy lejos de la realidad de las calles, muy lejos de quienes lo pasan mal, muy lejos de la justica social y muy lejos de la solidaridad.

Miren, allá cada cual con sus creencias y sus puntos de vista, pero quien a estas alturas no vea que la privatización de lo público ha servido para enriquecer a los amigos del poder, y que los ciudadanos hemos perdido calidad en los servicios y además nos salen mucho más caros, es porque: o es uno de los que se beneficia de los chanchullos y vive bien, o muy bien al estilo Rato, o es uno de los que piensan que Paquirrín es un referente para la juventud, de todo hay.

conderechoareplicamenorca@gmail.com