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Antaño, algunos fabricantes menorquines de calzado contactaban conmigo, en Canarias, para que solucionara un entuerto. Se trataba casi siempre de rendir visita a clientes morosos... Una de las gestiones resultó inolvidable.

Hace treinta años descolgué el teléfono:

- Tengo un cliente nuevo –expuso el fabricante- que me debe 1.200.000 pesetas y no me coge el teléfono. ¿Podrías visitarlo y ver qué pasa?

Como siempre fui receptivo, si bien le advertí que la población a la cual debía dirigirme –Santa Brígida- se encuentra en Gran Canaria y yo resido en Tenerife, por lo que debía desplazarme en avión y seguidamente alquilar un coche: gastos que se avino a abonar.

Una vez en Gran Canaria pregunté por Santa Brígida. Daba por descontado que este pueblecito estaría situado en los núcleos turísticos por el valor del calzado. Pero cual no sería mi asombro que al ir avanzando... el mar quedaba más lejos y el monte más cerca. Parecía haberme introducido, como Alicia en el país de las maravillas, por un túnel donde las personas desaparecían y proliferaban los animales. No eran loros, ratones o conejos como en la novela de Lewis Carroll, sino cabras, vacas y burros. ¿Qué misterio era éste?... ¡En el monte no se vende el calzado más caro del país¡ ¡Y los animales no usan zapatos! Mi desconcierto fue en aumento hasta llegar a un altozano, donde apareció entre la bruma la minúscula figura de Santa Brígida. Me dirigí a la dirección pertinente, una tenducha con cuatro bagatelas –¡sin zapatos!- de un valor ínfimo. La dependienta, jovencita, dijo llanamente no saber nada. Como el asunto tenía un cariz pésimo me dirigí al Banco. El único oficinista me explicó acongojado el misterio.

Se trataba de una banda de delincuentes que en diferentes ferias de muestras de la Península habían efectuado, a destajo, pedidos de toda clase de géneros. Numerosas empresas nacionales habían pedido informes bancarios del cliente, y como él desconocía aún tales cuitas, así como los montantes millonarios, notificó estrictamente que se trataba de un usuario nuevo, sin débitos. Como los datos no eran negativos muchas industrias optaron por servir la mercancía... con el consiguiente varapalo.

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- La tienda del pueblo es una tapadera –me confesó angustiado-... No vaya a buscarlos, son peligrosos.

Aún recuerdo la perplejidad del fabricante al relatárselo.

- ... Haré como si me hubiera estallado con el coche y he salido ileso- musitó abatido.

¿Los zapatos?:... En África.

50% para el negro y 50% para el blanco.

florenciohdez@hotmail.com