Has releído «Táctica y estrategia» de Benedetti, un bellísimo poema sobre el amor platónico y –como indica el título- sobre las estrategias y tácticas utilizadas por el yo lírico para llegar a alcanzarlo. Lo has comentado en clase, ante un grupo de alumnos excelentes que prestan atención e, incluso, en algunos casos, devoción. Te preocupa su futuro. Se les acusa –no a ellos, sino a todo chaval que se ponga a tiro- de ninis, de faltos de valores, de irrespetuosos, de... Y, sin embargo, en sus mochilas no hay tarjetas bancarias marcadas por dígitos del deshonor, ni en sus chaquetas sobres abultados... Tampoco fueron los que crearon lodazales en los que luego retozar, ni los que repartieron de manera dolorosa y desigual la riqueza que os fue dada. El mundo y la naturaleza ultrajada no son, en conocido aserto, un legado por darles, sino el préstamo que os hicieron y que, probablemente, devolveréis mancillado... Sabes de lo que hablas. Llevas casi treinta y cinco años dando clase, conviviendo con ellos, con adolescentes, a un promedio de ciento setenta alumnos por curso. Y, mientras las palabras redivivas de Mario Benedetti pululan por el aula, y en algún que otro corazón, te preguntas qué debería hacerse para no proyectar sobre ellos vuestras culpas, esas que les son ajenas; para adecentarles el local; para rescatarlos de tantas miserias...
Contigo mismo
Juventud y candidatos
16/02/15 0:00
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