TW

Menudo puñetazo en el estómago, vaya manera de recordarnos que hay vida más allá de nuestras costas y que en muchas ocasiones esa vida no vale nada, absolutamente nada. El día que nos acostumbremos a ver la muerte por televisión sin inmutarnos habrá empezado la cuenta atrás hacia una civilización exenta de humanidad. Al ver la muerte de cuatro niños, cuya única culpa era jugar a la pelota en la playa, a manos del ejército israelí, uno pierde la fe en la especie humana de golpe, de sopetón, sin dudar.

Les juro que intento ponerme en la piel del soldado y del oficial que mandan ejecutar niños, que le diría el sargento o el teniente de turno «Soldado Samael mande cuatro bombazos a esa playa», y al soldado respondiendo «Pero teniente Jaron si allí hay cuatro niños pequeños jugando al fútbol», y al oficial sentenciando «Son terroristas en potencia obedezca soldado, por la libertad…» Y cuando acaben su turno de matar volverán a sus casas a besar a sus hijos en la frente, dormirán a pierna suelta y tal vez el presidente de su gobierno les dará un medallita porque ellos piensan que su dios está con ellos, Es terrible, es cruel, es injustificable, es triste, la desolación y el desconsuelo son enormes.

Supongamos que los menorquines viviéramos hacinados en nuestra isla, la franja de Menorca, que cuatro de nuestros niños jugaran con un balón en la playa de Macarella y que las balas de un ejército enemigo, enfadado con nuestro gobierno, mataran al pequeño Joan, a Mateo, a Joana y a Tiago. Porque lo de nacer aquí o allí es mera casualidad, no tiene ningún merito. Como algunos muertos nos quedan más lejos parecen menos muertos, menos doloroso, menos dramático, pero no dejan de ser niños que juegan en la playa y si el azar hubiera sido otro podrían ser los nuestros.

Noticias relacionadas

Siempre las patadas en el culo de los débiles, sea en Gaza o en Irak los pobres siempre prigan, sea en Siria o en Ucrania hay vidas que valen más que otras, se les llenara la boca a los gobiernos afirmando que todas las vidas son iguales, pero la verdad es que no es así. Desgraciadamente catalogan seres humanos de primera y seres humanos prescindibles, números en sus puñeteros mapas geopolíticos. En busca de gas, petróleo o diamantes matarán mujeres y venderán a sus hijos, eso sí, queridos lectores, siempre bien trajeados y perfumados para que no se les note la sangre, son un grupo muy bien organizado de psicópatas.

Volveremos a lo nuestro por supuesto, volveremos a nuestro deficitario transporte aéreo, a las polémicas rotondas, a las posibles prospecciones en busca de petróleo que acabarán de matar nuestro mar, a nuestro paro y nuestros pobres, a las colas en los comedores sociales, a los malditos recorte en lo básico y a la cara dura de los corruptos que nos rodean, al TIL metido con calzador y al exceso de gomina y la falta de empatía que tienen algunos, a todo eso volveremos porque son nuestras vidas y nadie tiene que despreciarlas.

Pero déjenme que este artículo sirva para pedir la paz, aunque parezca inútil no debemos dejar de hacerlo. Se debe condenar la muerte de cualquier civil sea de donde sea, sin embargo la capacidad para matar de un bando y del otro deja claro que en Palestina no hay una guerra, hay un genocidio, y que Ahed, Zakaria, Mohamed e Ismael, niños entre nueve y once años, han sido asesinados y que ante los asesinos de niños los gobiernos del mundo callan y se arrodillan, da pánico pensar en que manos estamos.

conderechoareplicamenorca@gmail.com