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Los números lo dicen, lo anuncian, lo vaticinan y eso lo demuestra: ya todo es mejor, ahora pueden todos dejar de quejarse. Hemos salido de la crisis, es una realidad que iremos repitiendo una y otra vez hasta que se vuelva real».

No sé si estamos saliendo de esta crisis o entrando de lleno en la siguiente peor, tampoco sé a qué llaman crisis esos que la provocan, ni a qué se refieren con salir, no sé de dónde ni quién o cuántos, ni siquiera cómo, ni si eso les importa y en qué sentido. Si sé, sin embargo que, sea cuando sea que finalmente acabe, no habrá responsables en España por todo lo que ha sucedido, que no habrá un juicio general para establecer por orden y gravedad la culpa, las irresponsabilidades, los delitos. Aquí ya se sabe que uno se lo puede cargar todo sin cargar luego con nada. Así que una vez la macroeconomía encienda sus números de neón, toda la atención se centrará en la bolsa, y en los excelentes resultados de las grandes cuentas.

Y que con el tiempo volverán los bancos a lucir beneficios, a salir en la foto y en las portadas desbancando a los desahucios, que serán menos, pero siempre más, cada otro suma. Y que algo más tarde, cuando las grandes empresas se hayan expandido hasta su siguiente límite, y comprar deuda al Estado ya no reporte grandes resultados a los bancos, cuando otra vez, en fin, no se pueda seguir creciendo por arriba, bajarán la vista hacia abajo para ver si hay margen o recorrido, y se encontrarán con esa infinidad de pequeñas empresas y autónomos que llevarán ya mucho tiempo sin ser atendidos, perdiendo parcialmente o cerrando sus negocios por falta de crédito, acorralados por leyes de un mercado libre que los vuelve menos competitivos, y decidirán, probablemente, que sería mejor dejarlos a su suerte, que mejor no darles crédito si total no creen en ellos, y buscarán entonces entre los particulares a ver si les pueden colocar algunos créditos o una hipoteca, pero se verán obligados a descartar esa opción al comprobar en qué quedaron la mayoría de sus nóminas tras el último apretón de tuercas. Y entonces, por inercia labrada a mano y guante blanco, se dispondrán a hacer correr el dinero entre unos pocos, pero mucho dinero, a lo loco.

Y esos pocos generarán un crecimiento fantasma, productividad irreal pero tangible, magia escondiendo el truco. Entonces se irán sumando otros muchos a esos pocos, que acudirán a los bancos a pedirles lo mismo y estos se lo darán más caro para ganar más y más, y mientras tanto todo el alrededor irá creciendo a mayor ritmo, hasta que bluf y yo no he sido. Sin responsables no hay irresponsabilidades.

Lo más fácil es que todo se repita cuando siempre se hace igual. Será que da lo mismo.