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Según qué mallorquines me tienen hasta los mismísimos botones. Es la historia de siempre en su enésimo episodio, claro, pero no por reiterativo deja de ser triste. Para la cúpula política de turno, que así como está lidiando con el mandato será, sin duda, de paso, Menorca solo existe por Sant Joan y cuando hay que salir en alguna fotografía de más de tres columnas en la página de "Es Diari". Para lo demás, ni me interesa, ni me importa. El penúltimo agravio comparativo, siempre habrá otro más, es en el plano deportivo. Que el Ejecutivo destine 19,1 millones de euros al deporte balear y solo lleguen 400.000 a Menorca es para indignarse, atarse los machos y enfilar rumbo al Consulado de Mar y empezar a soltar improperios, mentar madres y arrear collejas a cualquier panoli de traje con corbata.

Es lo que hay. No lo digo solo por el perjuicio al Menorca Bàsquet y al Volei Ciutadella, sino acordándome de las instalaciones de las que nuestra isla carece, así como el deporte base. Los niños. Sí, hombre, aquellas personas pequeñas que todavía están en formación, que el día de mañana ocuparán esos mismos cargos y que necesitan aprender una serie de valores que el deporte enseña y que según quien parece que ha olvidado. O nunca ha aprendido. Mire usted.

Puede que culpar así a dedo sea feo y despectivo. Que me esté equivocando. El problema está en que el actual Ejecutivo no ha ganado el mandato sino que se lo ha encontrado como quién se encuentra un billete de cinco euros en el suelo que, en lugar de pensar en guardarlos, se dedica a despilfarrarlo a diestro y siniestro. Si en el fondo no es su culpa, quizás no estaban preparados o que el cargo les está viniendo grande. Seguramente pensarán que el problema es mío por escribir estas líneas o pensar como pienso.

Cuando el otro día el conseller Juanjo Pons me dijo "parece que vamos a pedir limosna a Palma" me sentó tremendamente mal, porque en Mallorca ni hacen ni dejan hacer. Hay voluntad en el Consell, y en el Govern sobra tontería. Ánimo Juanjo, quizás la solución pasa por independizarnos de Mallorca y anexionarnos como una región más de Catalunya, "començar a parlar el català, estimar la Senyera" y demás sandeces. ¿Un horror? Sí, y de los grandes, pero visto lo visto, no sé qué es peor.
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dgelabertpetrus@gmail.com