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El ministro de Fomento no genera buena prensa en Menorca. Desde los tiempos de Álvarez Cascos, el doberman de Aznar, que pasó olímpicamente de las peticiones sobre el transporte aéreo hasta el de ahora, con nombre de cantador de coplas, Pepe Blanco, no hemos logrado la atención que merecemos y reclamamos. Han construido un aeropuerto de primera que nadie había pedido y que incluso generó la oposición frontal de "los del no", lo encargaron los populares y lo inauguraron los socialistas en plena sintonía. Se les recordaba ya avanzados los 90 que la variante de Ferreries era más urgente pero ellos a lo suyo, a invertir en cemento y vidrio hasta construir una terminal con la que sueñan algunas capitales españolas y europeas.

Al ministro hay que entenderle, en tiempos de austeridad se mira lo que se dedica a subvencionar el transporte aéreo en las Islas y se escandaliza porque, en efecto, le cuesta una porrada de millones. Quien engorda con este sistema son las aerolíneas, que suben tarifas porque tienen la garantía del pasajero cautivo de las Islas, obligado a volar en muchas ocasiones con urgencias que no entienden de ofertas. A ellas y a todos esos inventos nuevos de cobrar por maletas, por la emisión de billetes y por la simpatía perdida debería meter mano el ministro.