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No se ustedes, pero a mi ya me apetecía disfrutar de un fin de semana soleado como el que hemos pasado. El agua y el viento son necesarios siempre y cuando su misión sea más constructiva que desoladora, lo que ocurre es que, a la naturaleza, le pasa lo que a nosotros, que nunca sabemos donde están nuestros límites y luego pasa lo que pasa. Y han sido precisamente esos vientos fríos de esta pasada Semana Santa los que nos han traído tormentosas noticias a través de nuestros medios de comunicación: Algunos turistas entrevistados no quedaron satisfechos por el trato recibido debido, entre otras cosas, a los abusivos precios y a los deficientes servicios de algunos establecimientos.

Si tenemos en cuenta que esa semana es como la antesala, el barómetro que va a marcar las pausas y los resultados de lo que está por llegar, la estación turística veraniega, que Dios nos coja confesados. A ver si vamos a tener que desear lo que siempre hemos querido evitar, que las obras en nuestras calles, plazas y urbanizaciones se multipliquen por mil durante el verano, para desviar hacia otro lado las quejas de nuestros visitantes, rezar para que se descubran cientos de enterramientos, para que se paralicen proyectos aprobados desde hace meses (fíjense ustedes que siempre que se aprueba el inicio de una obra importante y necesaria, exactamente bajo sus pies aparecen huesos y calaveras a mogollón).

Al final , entre todos, vamos a conseguir hacer realidad eso de "Menorca para los menorquines, sólo para los menorquines", y a los demás?, a los demás que les den!. Luego sólo será necesario que alguien le ponga más letra y música y ya tendremos nuestra particular "canción del verano", un bodrio de canción pero eso sí, muy nuestra.