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Hace un año, el Consejo de Ministros aprobó mediante Real Decreto las nuevas Ordenanzas para las Fuerzas Armadas (FAS) en sustitución y con descenso de rango jurídico de las aprobadas por Ley en 1978, allá en el pórtico de nuestra Transición.

Resumo para el lector no especializado unos elementos básicos:
-Las Ordenanzas constituyen el resumen y esencia de los preceptos morales que rigen la vida militar.
-Era necesaria una actualización de las mismas, debido a los cambios de nuestra sociedad y de las propias FAS y por adaptación a dos leyes, la de Defensa Nacional y la discutida de la Carrera Militar.
-La comisión redactora trabajó durante cuatro años. No fue posible que su articulado saliese de un conveniente consenso parlamentario.

Sin remontarnos al Liber Iudiciarum de Recesvinto, ni a la Segunda de las Partidas de Alfonso X, ni a las reglas y ordenanzas que dictaron los Reyes Católicos, el Duque de Alba, Felipe IV o Felipe V, fue Carlos III quien en 1768 recopiló y promulgó las que se llamaron "Ordenanzas para el régimen, disciplina y servicio de sus ejércitos", las cuales, con adaptaciones, se mantuvieron vigentes hasta 1978. Constituían unas reglas sabias, concebidas para durar, apoyadas en la experiencia, redactadas en un magnífico castellano, que huían de generalidades y lugares comunes, que no repetían conceptos ni lanzaban brindis al sol innecesarios. Muchos de los ejércitos hermanos de América siguen utilizándolas.

Al General de División (R) Jorge Ortega, un excelente oficial, le tocó dirigir los trabajos de la amplia comisión que debía revisarlas. Sólo él podría explicar el cúmulo de presiones que recibió y la disciplina con que asumió su labor.

Presentadas a bombo y platillo, foto de familia incluida, Ortega se consideró obligado a escribir en la revista "Ejército" un artículo justificativo con el título "La Comisión redactora del borrador de RROO para las FAS"(1).

Es decir, lo hizo en la publicación que es vehículo del pensamiento y reflexión de las jóvenes generaciones, que propicia el ensayo, que estimula la crítica y la opinión, a la vez que mantiene el culto a la Historia y reafirma las virtudes que conforman nuestro ser como soldados.

Unos meses después, en el mismo medio (2) el Brigada José Atilano Delgado, con respeto, tacto y leal concepto de la disciplina, analizaba en forma de ensayo lo expuesto por Ortega.

Bastaría sólo resaltar los conceptos citados para reflexionar sobre la ética de las Fuerzas Armadas, en las que los Suboficiales representan la esencia práctica, el resultado final, los pies en el suelo.

Hablando de ellos, Robert Kagan (3) resume en sabias palabras: "El resultado es un cuerpo de suboficiales que trata con confianza a sus superiores, de modo que los tenientes veneran a sus sargentos y dependen de ellos, que actúan en el nivel táctico más bajo, allí donde se decide el éxito o fracaso de una operación. Este vínculo constituye el núcleo de un ejército que obtiene el mayor rendimiento posible, incluso cuando se dan órdenes desafortunadas".

Yo, teniente recién salido de la academia, destinado en una Bandera Paracaidista, reconozco que he venerado, dependido y aprendido de mis sargentos, llámense estos Secundino, Paredes, Camacho, Villalonga o Gabino.

De esta madera está hecho el Brigada Delgado, que inicia su escrito con un "intuyo, mi General, que el resultado final fue decidido por la superioridad".

Responsable de lo que escribe, asume "que pueda turbar a algún alto mando del Ministerio". Y le reclama a Ortega: "Urge ahora explicar el motivo por el que varios artículos se cayeron del borrador". Le preocupa la desaparición total de la palabra "guerra" incluso al tratar de los prisioneros, concepto jurídico que impregna los humanitarios Convenios de Ginebra y de La Haya.

Pero por encima de las palabras y de las formas, se centra en el fondo: "El problema es que se pierda de vista para qué son los ejércitos, que son para combatir". Se apoya en una comparación muy sencilla –los pies en el suelo–: "Un club de fútbol está hecho para que sus equipos jueguen; el club puede vivir temporalmente sin competición. El ejército puede vivir indefinidamente sin guerra –y debemos aspirar que así sea–, pero la razón de ser del club de fútbol es jugar partidos, igual que la razón de ser de los ejércitos es la guerra".

Denuncia que "tantos años de tranquilidad en destinos más o menos cómodos han deformado a muchos militares que no creen en la guerra" para sentenciar: "De estar preparados constantemente para ella, han pasado a creer que con estar es suficiente".

Reitera el respeto a la Constitución, a la que con reiteración –que considera innecesaria– aluden las nuevas Ordenanzas. Pero recuerda una distinción contenida en su Artº 97 : "El Gobierno dirige... la administración civil y militar del Estado" para resaltar que "las FAS son parte de la Administración, pero nadie exige su homogeneización total".

A modo de conclusión, "cree indispensable decir que el espíritu de las nuevas Ordenanzas no es el adecuado para unas FAS eficaces, servidoras de España, y que en el futuro pueden dar lugar a sucesos vergonzosos como los vividos por otros ejércitos". En concreto se refiere a la cabo Faye Turney, de los Royal Marines, prisionera en Irán y en cierto sentido incluye la trágica falta de resolución del batallón holandés de Sevrenica o el plante de dos cabos nuestros en Afganistán.

Me reconforta saber que tenemos muchos "brigadas Delgado". Sin la menor sombra de duda sobre el respeto a los principios de nuestro ordenamiento jurídico, asumidas con respeto las iniciativas del gobierno de turno, el Brigada Delgado nos recuerda que el respeto debe ser mutuo, que no tenemos por qué ser imagen y semejanza de una persona comprometida con una formación política –sea de babor o de estribor– sino que somos instrumento de Estado y como tal nuestras normas de conducta deben emanar del Poder Legislativo. Si el consenso no fue posible hace un año, nunca es tarde para volver a empezar. Un Real Decreto no es ningún arco de iglesia. La base de partida podría volver a ser, con consenso parlamentario, el "borrador" del general Ortega, y los "pies en el suelo" del Brigada Delgado.
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General y ex Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra