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El PSOE ha estallado al no resistir las discrepancias internas, con un caótico y bronco enfrentamiento del comité federal, máximo órgano entre congresos, transmitido en directo durante toda la jornada de ayer. A las tensiones y desacuerdos entre los partidarios y los contrarios de Pedro Sánchez debemos añadir la presión ejercida por Podemos y el PP en la encrucijada de la política española, con un gobierno en funciones desde hace diez meses.

El reiterado «no es no» de Sánchez y su ejecutiva, que asimilan el discurso de Podemos en lugar de marcar distancias y optar por la centralidad, provocan la dimisión del secretario general, rompen al PSOE y lo conducen a un callejón sin otra salida que unas terceras elecciones generales, opción banalizada ante los militantes.

Tras ser derrotado Sánchez en votación a mano alzada -133 votos en contra y 107 a favor- se consuma la ruptura del PSOE, que ahora afronta un escenario plagado de dificultades: designar una comisión gestora, convocar un congreso extraordinario y elegir una nueva dirección. La clave consiste en la recuperación de los consensos internos y evitar unas terceras elecciones generales.