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Los vertidos provocados por las fugas de líquido refrigerante del cable eléctrico submarino Mallorca-Menorca han provocado, por segunda vez durante este verano, el cierre de playas en Ciutadella, la activación de la fase de alerta del Plan de Contaminación Ambiental en Área Marítima y la instalación de barreras de contención para evitar la dispersión de estas sustancias tóxicas en aguas de Ciutadella. Las fisuras detectadas en este cable, con una antigüedad de cuarenta años, evidencian su deterioro y que se halla en el tramo final de su vida útil. Urge, por tanto, su renovación.

Hace cinco años el entonces presidente de Red Eléctrica Española, Luis Atienza, anunció, en un desplazamiento a Menorca, una inversión de sesenta millones de euros para la instalación de un segundo cable submarino interinsular, de 67 kilómetros de longitud, con un proyecto incluido en la planificación de la Red de Transporte de Energía Eléctrica 2015-2020.

Esta necesaria infraestructura energética para Menorca, que no puede demorarse, tenía que haber entrado en funcionamiento en 2015. Ahora habrá que esperar tres años. Es preciso recuperar, agilizar y ejecutar este proyecto sin más demora.