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Falta muy poco tiempo para que se agote el plazo y el Rey deba disolver las Cortes con la convocatoria de elecciones generales. Apenas queda esta semana. La nueva cita electoral era la opción preferida de Mariano Rajoy, consciente de que con la actual correlación de fuerzas está aislado. Pero el escándalo del exministro José Manuel Soria trastoca las estrategias.

No tanto por haber sido sorprendido con una antigua sociedad en Panamá, sino por lo mal que Soria y Rajoy han gestionado esta crisis, con tres agónicos días de contradicciones, dudas y mentiras que han debilitado al presidente en funciones. Ahora ya no está tan claro que una nueva cita en las urnas pueda beneficiarle.

De la misma manera, PSOE y Podemos pueden estar más interesados en elecciones que en forzar un pacto in extremis con los nacionalistas vascos y catalanes. Mariano Rajoy declinó el ofrecimiento de Felipe VI para formar gobierno, consciente de que no podía lograrlo con 123 diputados. Apostó con inteligencia por un pacto imposible que quemaría a los otros partidos. Después surgiría como la única salvadora en unos nuevos comicios, pero los escándalos han roto esta estrategia.