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Soy un veraneante al que esta idílica Isla me ha regalado durante más de 35 años los mejores momentos de mi vida, siempre compartidos con mis hermanos,  padres, novia y mujer, mis tres hijas y mis auténticos amigos, y estos dos últimos años con la nueva incorporación familiar, «Pumba».

Lamentablemente mi presencia en este periódico ya fue por la noticia en primera página del 20 de junio de 2010 donde se mostraba con todo detalle la explosión  en el puerto de Addaia de una embarcación («Andrea III»), la nuestra. Aquello fue una simple desgracia material y nada comparable con el motivo de esta segunda presencia.

Esta se debe por una desgracia humana, sí humana (como al final aclararé), la inmensa desgracia de que el pasado 21 de agosto nos dejó «Pumba», un perro de raza Golden Retriever que en septiembre hubiera cumplido dos años y que compartía familia a sus tres meses, guapo, cariñoso y educado, amante de vuestro mar.
Pero estas letras no son para honrar a «Pumba», ya me encargaré de hacerlo recordando su vida  y momentos junto a nosotros, plasmados  en un cuadernillo para compartir con todos aquellos que le habéis querido, pero indudablemente no tanto como él os quiso.

Mi corazón me pide compartir con los lectores mi agradecimiento, y por supuesto el de mi mujer, Carla, y mis tres hijas, Carlota, Bea y Belén, a una persona, pequeña, pero de una profesionalidad, dedicación y cariño enorme, Bartolomé Cardona (médico veterinario de Mahón) y a su compañera Ursula Von (Dr. médico veterinario).

Llegamos a ellos por azar, superados por la desesperación, y le dedicaron a «Pumba» todo su saber, todo su tiempo (días, noches, sábados, domingos, festivos), y todo, todo su cariño. Y a nosotros toda su amabilidad, comprensión y afecto, que solo se da cuando lo sientes de corazón.

A pesar de todo su empeño, un cáncer brutal lo destrozó en 15 días, lo perdimos, ciertamente se quedó en la Isla para siempre, en algún lugar de ella descansa su inmenso corazón hecho añicos (como se nos ha quedado a todos nosotros pero en vida, que duele una eternidad), pero que solo uno de esos trocitos de su corazón escondía una humanidad superior a la de muchos de nuestros congéneres.

Bartolo, va por ti, «Pumba» sabes que ya te lo agradeció en vida, ahora nosotros te rendimos este reconocimiento ante tus paisanos, y espero con ganas la llegada del próximo verano para poder darte un fuerte abrazo, sí a ti, que resumiste en cuatro palabras mientras lo acariciabas quien era «Pumba»: «Tiene algo de persona».